miércoles, 9 de septiembre de 2015

El Reinvento

La luz del sol y el mar están por revelar donde estoy. No está cómodo aquí. No lo estamos. El lugar nos queda algo chico, aunque la costa cerca. Miro desde el patio y me siento junto a una columna. No quiero jugar mas al misterio. ¿Donde estamos?. Jorge me distrae. No quiere que piense. Esta vez no quiere que lo haga, que no me de cuenta. Que chico nos ha quedado todo. Ahora si, la luz del sol revela a mi viejo, gigante entre tanta pequeñez. Se que no queres esto. Lo se. Tal vez sea el paso obligado a las buenas. No conozco a nadie. Desde acá abajo se ve una bajar muchas personas de una habitación. Risas que vienen de alrededor de un televisor color y gritos de peleas de niños. Por ahora tengo solo una preocupación, que es si mi hermano me va a dejar dormir en la parte de arriba de la cama cucheta. Al parecer no. Me dice que me puedo caer. Me empiezo aburrir. No conozco a nadie. No esta Bongo aca. Tampoco mi pistola de 12 sonidos. Tampoco Bisuara. Bisuara era mi vecino. Se que nunca leyeron ni escucharon un apodo asi. Seria como un After Chabon de Luca. Como que no tiene sentido. Pero es Bisuara, nomás.
Me gustaba verlo acomodar todo en la mesa plástica. Levantarse y traer el diario para leerlo una vez mas. Empezar de atrás para adelante. Pasar por el horóscopo. Seguir con los policiales y cerrar con los deportes. Lo mejor para el final, dirá.
Siempre lo miro desde casa. Salgo y paso frente a él. Me pide que le vaya a comprar unas papas fritas sueltas, y unos 43 - 70 cortos, sus preferidos. Vuelvo y una vez mas logro que el vuelto sea mio. No es que Bisuara ayude a mi economía, pero además del vuelto siempre ligo un pedazo de queso, un pan amasado por Nelly, y alguna historia de las que me gustan. Entonces despotrica contra la fecha de fútbol que escucho ayer por la radio mientras barría el patio, con Nelly preparando unos mates con ruda al lado. Siempre había un día en el que me hacia tomar te de ruda. Un asco. Mi vieja siempre me decia que si rechazaba una invitación de él podría hacerlo sentir mal. Entonces juntaba valor y lo tomaba. Ahora me invita de su vermouth y me dice que lo tome con confianza, que me hará crecer fuerte y sano. Nelly lo reta y se pone colorado. Le aclara que soy bastante chico.
Se dará un lujo. Irá hasta la peluquería de Mashori a que lo afeite con navaja, ahí, rozándole el bigote. Mashori es de los que habla con sh, sino su apodo seria Mayori. Alto, de pelo negro tipo peluca y bigote que le llega hasta la comisura de los labios, como Bisuara. La enamoro a Susy Lopez, la de la farmacia y se casaron. Tiene una Renault 4 que se la voy a pedir cuando sea mas grande para cruzar a toda velocidad la asfaltada.
Me gusta ir a lo de Bisuara porque hay bastantes libros. Ese olor a hojas amarillentas es algo a lo que ya me acostumbre. De paso, hay unos de geografía que me ayudaron a identificar las banderas de casi todos los países. Me desespero cuando en los mundiales aparecen las banderas. Yo ya de antemano se a que países pertenecen. Por eso a veces lo ayudo a sacar las cosas afuera, solo para pasar por ahi a sentir ese olor tan propio de su casa. Porque todas las casas tienen olores. Y la de el tiene que ser este, o al menos  para mi lo es. Empece a ir a su casa básicamente porque vivíamos al lado y porque aparte de hacerle los mandados y patear un poco la pelota en su patio que es mas grande que el de mis papas, al llegar la hora de refrescarse, me invitaba agua en los vasos de Brigada A o La Pantera Rosa que están ahí, en esa alacena de fórmica blanca. La alacena es como el centro de la casa. Ahí hay de todo: las pastillas, fotos con Nelly  cuando eran jóvenes, algún que otro vinilo y muchos vasos, tazas, boletas y recuerdos de viajes. De algunas de las fotos con Nelly hay una de la que soy fan. Están apoyados en el auto que tuvieron alguna vez. Bisuara tenia estilo. Le digo que si hoy fuera joven  le gustaría el indie rock como a mi. Aparece con un jean ajustado y un sweater provocador para la época. Es rock. Ella, unos zapatos con unos dibujos, un pantalón mostaza y una campera como de látex color negra. Los dos tienen lentes oscuros, como si fuera una norma para sus fotos. Están con muchas fotos de las que están a la vista con esos lentes. Tal vez era algo propio de la época. Se declara “algo romántico” y comenta que alguna vez le escribió un par de cosas. Saca otra y cuenta que es de un viaje a Uruguay. Esa foto esta metida entre los vasos. Un poco de agua en esos vasos eran tan reconfortantes como cuando jugas en un equipo de barrio, te golpeas y te tiran con agua en el golpe. El bidón con agua sanadora de los barrios.
Le robo un pedazo de mortadela mientras se acomoda el sweater marrón, porque Bisuara, anda con el sweater marrón hasta cuando hace calor. Se refresca con soda, que es lo único que le saca la sed. Saluda apenas con una sonrisa leve a su hermano que empieza a luchar contra el arranque de su moto. Ya está grande para la moto, pero le da igual. Nunca lo vi arriba de ella a Bisuara, capaz nunca se la pidió prestada. Le pregunto y me dice que no, que aparte ya no tiene edad. Tipo responsable. A veces pienso que de joven fue tan serio que capaz se aburrió en un momento. Me lee la mente y me contraataca. Me pide que le pregunte a Nelly y que veré que me equivoco. Me habla de cuando la conoció, y de porque la eligió. Se me ocurre la idea de que tal vez como se vestían parecido, se acercaron por eso. Cuenta y si, es una de las razones. También que siempre tuvieron buen diálogo y que entre lo mejor que le vio, fue su inteligencia. Nelly lanza una sonrisa cómplice. Yo también. Pero el jura que es verdad y le damos la derecha. Le pongo en jaque. Le digo que si lo hubiera visto comer pescado antes no la hubiera conquistado. Odio cuando lo hace. Los modales se le van al piso. Y a mí, mi papá me tiene cortito con eso de que coma bien y sin chistar.
Nunca tuvieron hijos, dicen que les hubiera gustado pero que en algún momento eso fue una presión difícil de manejar, especialmente para ella. Entonces a grandes rasgos, no se si ocupo el lugar de hijo o de ruido de la casa las veces que voy.
Hoy todos esos ruidos son sonidos. Le cuento a la chica del peludito color uva lo que fue resplandecer de ese momento que encontró a mi familia huérfanos de todo. La espalda enorme de mi viejo. Mi hermano fajandose con el trabajo sucio. Abriendo los codos, haciéndose grande en la pintura, a lo Scola. Solo escucha. Se ata el pelo. Me dice que vayamos a la plaza, que hay un lindo sol. En el camino le digo que alguna vez debería escribir sobre Bisuara, también sobre ella. Se pone roja y mueve las manos, como cuando le da vergüenza. Entonces en el pasto, saco un lápiz y empiezo unas líneas. Me pierdo en su ronda de besos. Sí, el sol esta por revelar.

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