martes, 19 de mayo de 2015

Chica de Oro - Capitulo 3 - Adiós Brasil

Lo leí. Lo leí todo. Me voy a la cocina y preparo un te. No quiero pensar. Quiero distraerme. Marco algunas oraciones en mi cabeza. Me tiro en la alfombra y me propongo terminar un libro  de Casas. Mi casa esta en silencio y el silencio para mi no es bueno. Tomo valor y leo detenidamente sus palabras de nuevo. El momento que espere por meses llego sin quererlo. Siempre pensé que serian sus primeras palabras y no ahora que llegan con tanta demora. Pero llegaron, y debo valorar eso. Me cuenta de sus cosas, de sus proyectos y de una posible vuelta días antes de mi cumpleaños. Me cuenta que me extraña. Que si, afirma casi al final, que estará para mi cumpleaños. Contra todos mis pronósticos, contra los suyos y contra los de todos, parece que viene en serio. Saco cuentas. Me culpo de no tener nunca un calendario a mano. Me salva un imán de una pizzería del barrio en la heladera. Menos de un mes. No quiero volverme un poco loco. Pero me agarro el pelo en señal de festejo. Todo empieza a volverse de colores azules turquesas. Quiero que todo esto sea verdad. Adjunta unas fotos. En una esta saludando y se ve tan fresca como siempre. Subraya que ahora le gusta Viva Elástico, que quiere escribirme "Imágenes de amor" y regalármela. Que los escucho en toda la música que le di para su viaje. Que la canción tiene acordes simples y que hasta sabe tocarla. Que le recuerda a cuando nos sentábamos en la ventana de casa por la siesta mientras nos preparábamos café, antes de salir sin rumbo, como siempre lo hacíamos. Siempre queríamos llevarnos a algún lado.
Para contrarrestar el silencio y ponerme a tono, hago sonar a Viva Elástico. Soy la histeria del hombre en pinta. Quiero despertar a mi hermano y contarle todo. También a Martín. Pero no debo molestar. Ellos tienen sus familias y obligaciones. Es bien tarde y el sueño que me arrastraba a la cama ahora se ha convertido en alegría. También en miedo, en ansias. Le mando un mensaje a mi hermano para que me avise cuando pueda llamarlo en cualquier momento del día. Porque a veces mi hermano se escapa al baño en el trabajo para hablar unos minutos conmigo. La mayoría de las veces hablamos de basquet, pero esta vez le tengo una sorpresa. Le pongo que tengo novedades de Chica de Oro.
El es mi bombero. Un tipo con un carisma increíble. Todos lo quieren. Yo desde chico me acostumbre a ser "el hermano de...", y esta bien. A veces pienso que si mi hermano hubiera tenido el sueño de ser presidente como todo niño americano de los años 70, por su carisma, capaz lo hubiera logrado. Disfruto de el y de sus enseñanzas.  Es sin dudas, el tipo que mas me ha marcado. Lo único que me molesta de el es que no me devuelva las películas que le presto y que no le guste Milton Bell tanto como a mi. Ahí se vuelve injusto, de poca memoria. Me ha marcado en tres etapas: con la música, cuando andaba con los cassettes TDK de Virus, Soda Stereo o Los Abuelos de la Nada en la mano. Los ponía en la parte de adelante de casa, donde mis viejos en esa época habían improvisado un kiosco para pelear el  paso de la conocida "Primavera Negra". Tenia un grabador viejo, que era lo primero que agarraba cuando volvía de "La Colimba", que por esos días, solo te salvabas por sorteo. Yo escuche todo eso desde bien chico. Y hoy escucho las variantes y sus influencias. Tengo imágenes de mi vieja preocupada por el cuando tenia que volver ahí. Nunca tuvo una buena reputación "La Colimba". Por suerte cuando yo empece a crecer, sacaron lo obligatorio del asunto. No me hubiera gustado ir ahí. Después, cuando mi viejo no estaba para llevarme a los lugares que quería, no por que fuera un padre ausente, sino porque ese animal trabajo siempre todo el día para que nada nos faltara. Entonces se que conocí el puerto con él. También me llevaba a ver los camiones y colectivos que tanto me gustaban a la ruta. Si hasta la primera imagen del mar que tengo es junto a el. Fue un día de verano, nublado, frío, pero de verano. Recuerdo haber estado parado en la escollera junto a el con toda esa agua alrededor dando en las rocas de manera furiosa. Y por ultimo, y ya mas acá en el tiempo, la relación que tiene con su hija. Hay un entendimiento total de las situaciones que comparten. Malen encierra lo que el siempre quiso. Y Malén es tan genial como Chica de Oro. Tienen de diferencia una vocal en sus nombres y una veintena de años en sus documentos. Comparten el amor por la pintura, la música y los libros. El primer encuentro entre ellas se dio una noche en la que mi hermano me invito a un bar cerca de casa donde el fue a escuchar unas canciones. Hacia un calor terrible y después teníamos un cumpleaños de uno de los chicos de mi trabajo. Se miraron y ambas sabían el significado de ese encuentro para mí. Se sonrieron, se elogiaron y se avergonzaron. Chica de Oro cerraría la noche diciéndome que soy la versión moderna de mi hermano.
Me despierto y me duele todo. Sin quererlo, me dormí en la alfombra. Debo apurarme porque entro algo temprano a trabajar. Todo me resulto tan inesperado y alegre que hasta vería a mi jefe hoy sin poner un pero. Voy por Mitre que a esa hora, se inunda de escolares queriendo entrar al "Mariano Moreno". Parece que va a haber un lindo sol y que podre ver el amanecer en el mar desde la ventana de mi trabajo. Bien temprano no llega nadie y si uno es un poco humano, puede disfrutar de esos momentos.
Me cruza un compañero camino al vestuario y se sorprende de verme tan despierto, tan temprano. Me afeito sin los auriculares puestos. Canto a pesar de mi voz. Algunos me miran como un bicho raro porque cruzo un par de palabras. No es que sea un antisocial, todo lo contrario. Pero en el vestuario y a esas horas de la mañana hablo poco y nada. Generalmente estoy con la música en los oídos hasta que tengo que fichar.
Mi día vuela. Ir al trabajo de mañana tiene esa ventaja. Me quedo media hora de mas solo para contarle a Laura lo que leí anoche. No me dice nada y me voy. le digo que no va a entenderme nunca. Y que a veces me confunde con un niño.
Después de una siesta rápida y reparadora, al fin puedo comunicarme con mi hermano y el hace lo de siempre. Me apoya en lo que sea que pueda llegar a ocurrirme. Me deja tranquilo. Quiero ver a Martín, aunque sepa que sus palabras pueden llegara ser un poco mas pesismistas.  Martín sabe, pero nunca me lo dira. Guardara sus superpoderes. Es flaquito y de una altura normal, pero al conocerlo se vuelve gigante.
Juani viene a casa y le cuento. Me entiende poco y repite: "¡Que flash!". Casi sus palabras de cabecera. Siempre me pregunto si cual habrá sido la frase que decía antes de repetir siempre "¡Que flash!". Creo que esta apurado, y por eso solo me da esa respuesta. Se que debe ir a buscar a su novia. Entonces lo dejo libre, lo libero de todo. Quedo solo y nuevamente quiero ruido. La histeria me lleva a leer nuevamente, a ilusionarme con sus palabras mientras tacho los días y Schuster de fondo canta que "El amor enferma".

lunes, 11 de mayo de 2015

Chica de Oro - Capitulo 2 - La Novela

"Que se ría e inunde la casa de alegría. La persiana está alta y el sol entra débil. Calienta poco, pero lo suficiente para darle la luz a las plantas que descansan sobre el Winco. Se acerca a uno de ellas, la que me regaló, la mira, la acomoda. Se refriega los ojos que parecen estar en compota. Se va hasta la cocina, vuelve con agua y la riega. La imagen enternece. Este ultimo tiempo, muy pocas cosas me han llenado, y esta imagen va a pasar a formar parte de ellas.
Se ata el pelo y me llama por mi apellido. Hoy esta segura, como muy pocas veces lo esta. No quiero decírselo, tal vez arruine todo. Seguir observando es tal vez lo que mejor pueda hacer. Ojalá el momento se quede quieto justo ahí, para mí.
Se acerca, pone sus piernas sobre las mías y las deja caer. Me habla y se vuelve niña. Me habla de sus perros, de su madre, de Maki. Me quedo inmóvil cuando en realidad debería hacer algo. Pero espere tanto esto que ahora no se como actuar. Cosmo es la backing band que suena atrás de cada cosa que nos sucede y me dejo llevar. Anoche durmió con la cabeza en la almohada, lo que por estos días, no es poco. Se recuesta en mi y me abraza. Le toco la nariz y se pone seria. No hay nada que le guste menos que eso. Pero ha sido un toque de nervios, de no soltarme al momento y errar. Salgo del paso con una broma y tengo mi recompensa en un beso.
Los tiempos son cortos. Unas horas con ella son mucho, pero a veces unas horas no son suficientes, menos, demasiado. Se abriga, toma un mate mas para el camino. Me abraza y me pide que me cuide.
Cruzamos la galería entre faroles y algunas nubes que dejan verse. Abro la puerta, y el sol vuelve a iluminar su sonrisa de despedida".
Tengo pensado mandarle todas estas palabras para que las lea la distancia.
No me animo, todo queda en borrador. Me abrigo y salgo al frío. Debo hacer algunas cuadras para llegar a Martín. Es su cumpleaños y voy a buscarlo a su trabajo. De ahí iremos en busca de unos amigos y así seguiremos juntando cómplices sucesivamente. Por el camino llamo a mi vieja. Me cuenta que esta mirando una novela turca. Si, una novela turca. Le comento que en algo coincidimos. Que voy escuchando "La novela", de Pablo Malaurie, un disco que me encanta y que al fin pude rastrear y bajarlo a mi celular. Me pide que se lo haga escuchar cuando venga a visitarme. En muchos puntos, mi madre es rocker. Creo que puede gustarle. Malaurie para mí es la mezcla entre Spinetta, Aristimuño y una vieja resfriada, por el tono de su voz.
Al llegar, Martín esta arreglando su corbata. Hay poca gente en el lugar. Me siento en la barra y me sirve una copa de vino y un cóctel en proceso de ser un cóctel definitivo. Tiene Jameson y naranja y algunas cosas mas que intento descifrar. Destaca mi prolijidad con la ropa y lo pomposo de mi pelo. Cree que es síntoma de que me estoy poniendo bien. Mientras tomo el vino cruzamos algunas palabras, algunas chicanas y varias botellas de mano en mano como motivo de charla.
No quiero decirle a Martín que quiero mandarle lo que escribí a Chica de Oro porque le prometí que no iba a hacerlo. En algún momento pienso decírselo, porque nuestra amistad no entiende de secretos y a la vez, entiende de errores.
En cierto punto creo que intuye lo que hice. O al menos se ha convertido en juez para mi. Su palabra me importa, y a la vez me condena.
Camino a la búsqueda de nuestros amigos se lo digo. Pero también que esta en borrador y todavía no se lo mandé. Hay un silencio de los que corta solo el viento. Su reacción es algo sanguínea. Deja estéril mi cabeza y le comento que no puse nada pero puse todo. Que le describí un momento nuestro. Una mañana. Que la recuerdo así. Que me duelen las mañanas y no las noches. Que quise que lo leyera como si no fuera yo quien lo escribió. Paso mi celular a su mano para que lea.
Me lo devuelve y entramos al bar. Cruzando la puerta suelta que esta bien que extrañe, que es lo normal. Pero que no me rompa la cabeza, que dejé todo en la cancha. Habla lo justo y necesario como para que me sienta mal. Me lleva al limite para ver mis reacciones. A veces es desafiante. Pero nos queremos demasiado y todo es para mi bien. Cuando me voy a caer, me tiende su mano de nuevo, como una broma de mal gusto.
Consulta sobre una posible respuesta o mejor dicho, sobre lo que seria una respuesta decorosa para mi y solo le cuento el comienzo. Que mientras estaba en la barra de su trabajo recibí un mensaje de ella. Que no nos escribimos hace dos meses y que solo leí el comienzo porque hoy es su cumpleaños y tal vez me pueda llegar a poner mal y no quiero incomodar a nadie.
"Escribí esto en mi cuaderno con la intención de sacármelo de encima, pero con la idea de que jamas lo leas. Hoy estoy muy triste y decido mandártelo."
Ese es el comienzo de su mensaje. Solo esos pocos renglones me anime a leer. No podía ser tan egoísta. Debía esforzarme y esperar a llegar a mi casa a leer.
La noche se moja en risas. El equipo esta completo. La mesa la completa el Sensei, imponente como siempre, gigante,  Agustín, un amigo de Martín y Paola, que retrata el momento de diversión invernal. Esa foto cuelga en una parte de mi casa donde la acompañan un montón de fotos mas, todas superpuestas. Algunas apuestas y otras puestas.
Levantamos los vasos y brindamos por su cumpleaños. Surgen anécdotas de un viaje compartido hace poco. Le pedimos a Agustín que cuente como hizo para pasar 8 horas en un hotel de lujo vestido con un jogging viejo y sucio. Reímos todos.
En el lugar creo que solo quedamos nosotros. La noche ha sido larga. Nos paramos, nos vamos. Tomamos la esquina en busca de un taxi para. Para mi son apenas unos metros en el frío hasta casa. Surgen bromas de despedida y abrazos por doquier. El alcohol en sangre. Propuestas de vernos lunes,martes o miércoles. De inventarle un día mas a la semana para poder juntarnos. Mi abrazo es de festejo. El suyo, de cuidado.  Me agarra el pelo, me toca la cara y me susurra que volveremos a hablar de ese tema.

martes, 5 de mayo de 2015

Chica de Oro - Capitulo 1 - Los Chinos

Los Chinos

Cuando nos despedimos me dijo que todo estaría bien. La gente nos miraba. Ella lloraba mucho. Solo me salio abrazarla y decirle lo mismo, que todo estaría bien. 
Emprendo mi retirada. No llevo equipaje. Me hace pensar en las canciones que llevan esa frase y siendo chico las escuchaba e imaginaba que eso debía ser libertad. Veo que hay diferentes maneras de leer el juego, y al menos hoy siento que alguien la pudo haber escrito en un momento parecido al mio. Mi idea de libertad esta confundida con tristeza, me parece.
Solo tengo un traje en una funda, una entrada que no use y las ganas de volver rápido a mi casa a dormir y no despertar por un par de días. Mar del Plata de repente queda tan lejos que parece inalcanzable.
Subo al colectivo y apoyo la cabeza sobre el vidrio. Son las 4 de la tarde y la fauna porteña late.
Me acomodo para dormir pero el de adelante no se decide y se mueve para todos lados. Se da la vuelta y me mira. ¿Que mira?. Me mira como los chinos a sus clientes, desconfiado. Porque con mis amigos cuando vamos a comprar, desconfiamos de sus productos. Miramos las fechas de vencimiento. Y ellos nos miran como si les fuéramos a robar. Me gusta ver eso. Me pongo en invisible. Y veo todo eso. Veo la psicosis de la gente y la desconfianza de ellos.
El chofer me deja un agua mineral caliente y un alfajor en condiciones extrañas. Y entonces empiezo con mi discusión interna si que empresa de micros debí haberme tomado. Si esta, o la otra. El de adelante se vuelve a dar vuelta y como no estoy de humor y ya es la segunda vez que lo hizo, le ofrezco mi agua. Me dice que no, y me da las gracias. Entonces supongo que dejara de mirarme. Que lo tomo  mal. 
Creo que lo logre. Pero no. Esperó el momento y me pregunta si soy el compañero de secundaria de su hijo. Como no soy adivino, le pregunto como es el nombre de su hijo. "Facundo Diaz", me responde. Y si, Facundo Diaz, era mi compañero y a ese hombre que me molestaba hasta recién, le pido disculpas y que me entienda que vengo de un largo viaje. Recuerdo su nombre, Jorge se llama. Entonces me mira como estoy y que llevo muy poco abrigo encima y supone lo que hice. Que le mentí. 
El descampado empieza a surgir en la ruta. Me duele la cabeza y mis pensamientos no son buenos. Intento dormirme con la capucha puesta. Alguien va a cumplir su sueño y yo estoy triste por eso. Hoy no debería sentirme así. Pero vamos por parte, no me pone triste que vaya a cumplir su sueño. Me pone triste que para cumplirlo deba irse tan lejos.
Debería disfrutarlo, pero al menos por ahora no me sale. Me sale pensar en que no va a estar mas con sus dibujos, con sus fotos, con sus colores, con sus movimientos de manos. Porque me gusta cuando habla así, explicando todo con las manos. A veces roboticamente.
Al llegar, el día esta algo gris, aunque, ya es un poco bien de noche. Mi departamento esta en silencio y así lo sera por unos días. Mi hermano me merodea, me rodea la manzana con mensajes de texto que nada tienen que ver con mi momento. Ok, lo agarré. Me quiere distraer y yo le voy a hacer suponer que lo hizo. Contesto con "Jajaja", "Claro", "¡Buenísimo!"
Me canso de fingir y le digo la verdad. Que la voy a extrañar.
Hay una espera de su parte y me dice que vendrá a casa a la hora que sea, que solo ponga la pava al fuego.
Me pongo nervioso y le cuento que intente regalarle un puñado de mar en una botella. La llene con arena y la envolví en "Tus Canciones", de Lisandro Aristimuño. Que me había salido hacer eso en lugar de escribirle, como era mi deseo. A veces pienso que fue una idea estúpida, aunque hoy estoy un poco mas conforme con lo que hice.
Hablamos. Mi hermano me dice que todo va a estar bien. Todos me dicen que todo va a estar bien. Estoy algo pesimista, lo se. Me levanto de la silla, me arrodillo y busco discos. Estoy inquieto y a la vuelta a sentarme con el, se para, me agarra la cara y me da un cachetazo suave, como cuando me dice que me quiere. Y yo no quiero que lo haga, que no diga eso. Porque voy a llorar. Y no quiero llorar delante de él. Entonces mientras me habla y lo escucho, apelo a una de mis tantas ideas estúpidas. Mi contraataque para no llorar es pensar la formación ideal del equipo de básquet del club del cual soy hincha. Entonces pienso: "Farabello en la base, Domine, De la Fuente tiene que ser el alero" y así. Pienso donde puedo meter a Hopson en ese cinco inicial. Y vuelvo ahí, al lugar, con la cachetada. Y si, lloro. Lloro rápido, con vergüenza. Estoy confundido. Quiero verla ahora que se fue, quiero otro trabajo, quiero ocupar mi tiempo.
Me reta y me dice que debo hacerme cargo de la situación, que esto no es un disco y no se puede pasar de un tema a otro. Empiezo a sospechar que mi plan fugaz de pasar de un tema a otro fue asi, fugaz. 
Al otro día aparece Martín y me invita a comer a su casa. No me saca el tema, el sabe mucho, incluso mas que yo. Pero quiere cuidarme y lo dejo. Me trae la cerveza que me gusta y la pizza como me gusta. Hasta compro el helado de mi sabor preferido. No me puedo quejar. Me mira, me palmea y sonríe. No es necesario que haga eso. Con su amistad me basta y me sobra. Me distraigo con su hija que me cuenta lo de toda nena de su edad: del jardín, de sus clases de danza. Tiene un pizarron e intenta escribir mi nombre. Se confunde la J con la G. La ayudo y nos reímos. Trae sus juguetes y los deja a todos ahí, en el piso.
Martín y su mujer me invitan a quedarme a dormir. y con esas palabras encima miro a mi alrededor los juguetes y si, me siento un niño. Saco valor y les digo que no, doy las gracias y explico que mañana debo ir muy temprano al trabajo. Me retrucan que desde su casa, mi trabajo queda mas cerca que de la mía. Me ponen en aprietos y les salgo que no quiero molestar a las 6 am con mis movimientos torpes de recién levantado. 
Me voy a casa. Tengo unos mensajes de ella. Le contesto que le contare todo por email. Y su respuesta nada tiene que ver con lo que esperaba. Su respuesta empieza con disculpas. Ya esta. No es lo mismo. Sigue, lo leo. Lo leo de compromiso. Ya no quiero seguir haciéndolo. De hecho supone eso en el email. Me quedo quieto y me rasco la cabeza. Voy a la cocina pensando y me preparo un te. Pienso que ella se olvido de mi. Se olvido de mi.