lunes, 23 de noviembre de 2015

La chica que también sabe italiano

Hace unos días que no la veo a la chica que también sabe italiano. Dice mas por mensaje que frente a frente. No quiero decir nada, tal vez la eche para atrás. Me cuenta que se fue a caminar un rato sola, que se compró un café y agarró por la costa. Bordeándola. Queriendo que las olas revuelquen pensamientos e ideas y los saquen frescos al sol. Tiene esos días donde empieza a extrañar a su abuela. Esos días donde se tira en la cama haciéndose bolita,como si le doliera la panza, dejando caer su pelo al azar sobre mis sabanas. Habla un poco y suelta alguna lágrima. Cuando lo hace trato de interferir poco, no porque no tenga interés, sino porque es uno de los momentos donde mas sensible se vuelve y no debo ser yo quien interrumpa eso. 
Creo que a veces piensa que esta conociendo a un loco. Tengo gustos algo raros, lo se. Pero creo que le pone ganas para convivir con eso en los momentos que me ve. Hoy empece a coser unos cuadernos y quiero que uno sea para ella. Todavía no encontré la tela que quiero. Pero si quiero que cada vez que la vea, a la tela o al cuaderno, no le queden dudas de que fue hecho por mi. Supongo que si lee esto, lo imaginará o se reirá imaginando que tipo de tela puede llegar a ser. Fui a buscar algunas telas cerca de donde están construyendo un shopping que promete ser furor. Queda a unas cuadras pero me fui hasta ahí a chusmear. En lo que supone ser una de las futuras entradas hay un flogger en pose de espera, lo que a mi me hace pensar capaz es el mesías de los floggers que llego años después sin saber que su tribu ya había desaparecido.
La chica que también sabe italiano no es una chica cualquiera. No se tiene tatuado soltar ni arjonea en las redes sociales. Promete abrazos por celular y a mi me dan ganas de que se teletransporte y este tomando este té a estas horas de la noche conmigo. Que me diga que quiere que durmamos juntos y que nadie nos despierte con algún llamado de madrugada porque alguna compañera suya del trabajo faltó y tiene que ir a cubrirla. Que se quede todo lo que quiera, que no se vaya apenas se levanta. Alguna vez Toto escribió "regalame un don, te entrego mis discos y unos libros mojados", creo, en acto de amor irrecuperable. Toto, al parecer, vivió su vida así. Amo la tapa del disco en el que intenta formar un corazón con su boca con los labios pintados. Ella supone que tocar mis discos sería lo mas lejano que puede hacer debido a mi pasión por la música. Lo que no sabe, es que puede ensañarse con ellos. Jugar al fútbol, usarlos de pelota si quisiera.
Hace unos días llame a mi vieja para comentarle sobre la muerte de Toto. Yo estuve algunos días sin dormir del todo bien, queriendo averiguar sobre las causas de su muerte. No es que el morbo me haya pegado mal, pero esos últimos días lo había estado escuchando mucho, como antes. Toto sonó siempre en mis épocas de incertidumbre. En los fines de la secundaria o cuando ando medio preocupado, cuando me hacia el rebelde en casa, pero no mucho, tampoco era un rebelde top, un portazo de mas y alguna que otra histeria, no mas que eso, muy soft porn lo mío. Tampoco daba para hacerme el rebelde porque mis viejos siempre me dejaron ser bien libre. Rebelde al pedo, eso si hubiera sido un sin sentido. 
Le conté a mi vieja de lo que paso porque recuerda algunos temas de él con cariño. Justamente, la remonta a esos días en que llegaba del colegio y ponía Adicta. Ya a eso de los 15 o 16 mi vieja me empezó a dejar a ir a los recitales solo. Antes iba con mi hermano. Recuerdo uno en el que Adicta salio a tocar en cuero y sólo con pantalones de cuero. Eran soportes de Miranda, que en esa época ya la habían pegado y tenían esa joyita que es su primer disco entre sus manos. Como no todos los conocían, empezaron los prejuicios. Ese día Toto fue el mas puto, drogón y tenebroso de la noche. Siempre me aburren esos comentarios, me pasa en mi trabajo y si bien han pasado los años, me siguen aburriendo de la misma manera. Había puesto su gola al servicio del dolor en "Vidrios". Son esas imágenes las que me quedaron. Alguna vez leí un revista donde decía que no comía de la música, que al contrario, podía subir lleno de plumas a escena pero bajarse y cagarse de hambre. De ahí encierro que no hay nada mas vacío que los prejuicios. Hablando de prejuicios, la segunda vez que fui a ver a Adicta, lo viví de cerca. Afuera eramos un 30 con suerte, haciendo cola. Yo me había tomado el 53 que todavía sigue tardando una vida en llegar al centro. Eran las épocas que los recitales empezaban muy temprano y que mangueaba a mi viejo para poder ir. Como lo de mi viejo solamente no me alcanzaba, mi hermano hacia su aporte para que pueda nutrirme con la música. Siempre que necesite 10, mi viejo me dio 5, excusándose que le había dado toda la plata a mi vieja. Lo dejaba ahí. No quería discutir porque ademas, no me convenía. Sospechaba como era que era medio ratón y a veces todavía  admiro como es que esconde esa cola bien larga en sus pantalones.
Estábamos en hora y había refrescado un poco, yo tenia puesto una campera Adidas que me había comprado en una feria americana que hacia una capilla donde ayudaba mi vieja. En eso sale un gordo, abre la puerta, la cierra, cruza los brazos y se planta. Supongo que tiene algo importante para decir y lo larga nomas. "Adicta no va a venir, se les rompió la camioneta y todavía no salieron de La Plata". De La Plata a Mar del Plata hay algunas horas. Nadie se movió, lo que hizo que me quedara un par de minutos mas. En ese momento pasan los de Rosal,que tocaban el lunes, dando unos panfletos en blanco y negro. Recibí el mio y lo guarde rápido al darme cuenta que no todos recibíamos siendo apenas 30. El rock estaba eligiendo a dedo. Que pelotudez tan grande no entender de otro modo la música. Tenía ganas de ir a verlos, pero me sacaron las ganas. 
Hoy le di una vida mas allá de verla, mas allá de mi. Le conté a mi hermano de ella. Le dije que me gusta mucho la chica que sabe italiano. Que estoy adecuándome a la situación. Que no la esperaba. Y a veces me trabo, o me falta un poco de reacción. Le comento que ella no le dijo nada a sus amigas de mi. Coincidimos que me resta un poco, yo no pretendo ser un desconocido ni menos un escondido. Pero es algo que no depende mi. 
Se cierra cuando me dice que esta bien todo lo que pienso pero que no toda su vida es color de rosa. ¿Quien querría conocer a alguien que tiene una vida solo color de rosa?. Seria alegre en un principio y aburrido después. Por eso difiero de su pensamiento y me interesa conocerla mas allá de los colores de su vida. Se muestra poco en los días pero lo suficiente como para dejarme pensando en ella. Que me gustaría que aparezca mas, también. No me vendría nada mal, por algo comencé a extrañarla. Por eso me quedo con la imagen de hace dos días. Divertida, fresca, sonriente. Con su pelo tapándole un poco la cara. 
La chica que también sabe italiano sabe que me gusta, pues me anime a decírselo. Y yo tal vez no sea el mejor chico que pueda haber, pero si tengo a favor que soy tan natural que a veces asusta. Y eso en algún punto le ha resultado cómodo. Tan cómodo que debía irse, pero solo se levanto para apagar la luz y volver a acurrucarse al lado mio.

viernes, 23 de octubre de 2015

4:37 AM

No quería poner hoy la cabeza en la almohada sin antes avisarle que estos últimos días me ha tratado mal. Que me ha enrarecido. Que si bien me siento cómodo muchas veces en ese estado, en el que empiezo a mutar y resguardarme en la música y los libros, esta vez me está costando. Que la espera se me esta haciendo larga y cada vez habla menos. Que el tiempo puede dilatar decisiones, especialmente de ella, que en algún momento estuvieron más que firmes. Que eso es un temor que me ha entrado en estos días. No es que quiera caer en papel de víctima, ese es un papel que le ha quedado cómodo a lo largo de los años a mi hermana, eso debe quedar claro. Esa rareza me hace mostrarme tal cual soy. Mis partes que no han sido alteradas quedan al descubierto. Me gusta. Las noches se hacen largas y los cafés se vuelven fríos esperando las respuestas de mi amigo invencible desde Murcia. Mi casa se llena de papeles y hablar solo con la gente que aprecio me vuelve poco amable pero íntimo a la vez. A esa hora se charlan cosas puntuales.
No le conté que este fin de semana iré a ver a Viva Elástico y que me hubiera encantado invitarla. Que iré junto a mis amigos y algunos chicos del trabajo. Pero no siente cómoda con esos climas todavía. Le gusta un poco mas estar escondida, todavía a esta altura. Entonces en estos días seguramente le cuente que canté "El dato" en modo de declaración hacia ella, que a "Oh viernes!" lo siento muy nuestra y que sólo haré una pausa y dejare de pensarla cuando suene "Yo te quiero más" porque me lleva a sin escalas a María Elena, la de las siglas que llevo tatuadas en mi nuca.
Esas cosas quiero decirle, no mucho más. El resto ya lo sabe y lo tiene bien claro. Por eso me corta con un "ya lo sé" cuando intento recordárselo. El mismo modo que yo la corto cuando ella me dice que me volveré viejo antes que ella.
Anoche me despertó con un abrazo. Prendí el velador y la ví sonreír. Me dí cuenta de mi error y de mi acierto. Que bueno fue haberla invitado a que se quede a dormir, ese es mi acierto. Que error no habérselo propuesto antes. Su sonrisa a las 4:37 de la mañana no pierde frescura. Me invade y me reinventa de madrugada. Mi veda terminó. Mi cabeza deja a empezar a disfrutar esto. Tengo ganas de apretar mi puño. Mi señal de victoria. Pero rompería el momento. Se reiría. Se ríe cuando hago eso. Entonces hago lo único que me sale y lo mejor que me ha salido estos últimos días. Dejarnos ser. Esta vez en la noche. Se acurruca a mi lado. Su pelo me roza. Y no hay nada que iguale esto. Nada de lo que da vueltas por ahí. No hay selfies, tweets, acciones forzadas o personas plásticas que le hagan sombra a este momento. Esto debe ser empezar a pensar en alguien. Que ese alguien sea ella. Miro a mi costado y no cuelga en mi habitación mi remera de Morrisey, pues la tomo prestada para dormir. Entonces si, que lindo que sea ella. Creo que también debería decirle eso.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

El Reinvento

La luz del sol y el mar están por revelar donde estoy. No está cómodo aquí. No lo estamos. El lugar nos queda algo chico, aunque la costa cerca. Miro desde el patio y me siento junto a una columna. No quiero jugar mas al misterio. ¿Donde estamos?. Jorge me distrae. No quiere que piense. Esta vez no quiere que lo haga, que no me de cuenta. Que chico nos ha quedado todo. Ahora si, la luz del sol revela a mi viejo, gigante entre tanta pequeñez. Se que no queres esto. Lo se. Tal vez sea el paso obligado a las buenas. No conozco a nadie. Desde acá abajo se ve una bajar muchas personas de una habitación. Risas que vienen de alrededor de un televisor color y gritos de peleas de niños. Por ahora tengo solo una preocupación, que es si mi hermano me va a dejar dormir en la parte de arriba de la cama cucheta. Al parecer no. Me dice que me puedo caer. Me empiezo aburrir. No conozco a nadie. No esta Bongo aca. Tampoco mi pistola de 12 sonidos. Tampoco Bisuara. Bisuara era mi vecino. Se que nunca leyeron ni escucharon un apodo asi. Seria como un After Chabon de Luca. Como que no tiene sentido. Pero es Bisuara, nomás.
Me gustaba verlo acomodar todo en la mesa plástica. Levantarse y traer el diario para leerlo una vez mas. Empezar de atrás para adelante. Pasar por el horóscopo. Seguir con los policiales y cerrar con los deportes. Lo mejor para el final, dirá.
Siempre lo miro desde casa. Salgo y paso frente a él. Me pide que le vaya a comprar unas papas fritas sueltas, y unos 43 - 70 cortos, sus preferidos. Vuelvo y una vez mas logro que el vuelto sea mio. No es que Bisuara ayude a mi economía, pero además del vuelto siempre ligo un pedazo de queso, un pan amasado por Nelly, y alguna historia de las que me gustan. Entonces despotrica contra la fecha de fútbol que escucho ayer por la radio mientras barría el patio, con Nelly preparando unos mates con ruda al lado. Siempre había un día en el que me hacia tomar te de ruda. Un asco. Mi vieja siempre me decia que si rechazaba una invitación de él podría hacerlo sentir mal. Entonces juntaba valor y lo tomaba. Ahora me invita de su vermouth y me dice que lo tome con confianza, que me hará crecer fuerte y sano. Nelly lo reta y se pone colorado. Le aclara que soy bastante chico.
Se dará un lujo. Irá hasta la peluquería de Mashori a que lo afeite con navaja, ahí, rozándole el bigote. Mashori es de los que habla con sh, sino su apodo seria Mayori. Alto, de pelo negro tipo peluca y bigote que le llega hasta la comisura de los labios, como Bisuara. La enamoro a Susy Lopez, la de la farmacia y se casaron. Tiene una Renault 4 que se la voy a pedir cuando sea mas grande para cruzar a toda velocidad la asfaltada.
Me gusta ir a lo de Bisuara porque hay bastantes libros. Ese olor a hojas amarillentas es algo a lo que ya me acostumbre. De paso, hay unos de geografía que me ayudaron a identificar las banderas de casi todos los países. Me desespero cuando en los mundiales aparecen las banderas. Yo ya de antemano se a que países pertenecen. Por eso a veces lo ayudo a sacar las cosas afuera, solo para pasar por ahi a sentir ese olor tan propio de su casa. Porque todas las casas tienen olores. Y la de el tiene que ser este, o al menos  para mi lo es. Empece a ir a su casa básicamente porque vivíamos al lado y porque aparte de hacerle los mandados y patear un poco la pelota en su patio que es mas grande que el de mis papas, al llegar la hora de refrescarse, me invitaba agua en los vasos de Brigada A o La Pantera Rosa que están ahí, en esa alacena de fórmica blanca. La alacena es como el centro de la casa. Ahí hay de todo: las pastillas, fotos con Nelly  cuando eran jóvenes, algún que otro vinilo y muchos vasos, tazas, boletas y recuerdos de viajes. De algunas de las fotos con Nelly hay una de la que soy fan. Están apoyados en el auto que tuvieron alguna vez. Bisuara tenia estilo. Le digo que si hoy fuera joven  le gustaría el indie rock como a mi. Aparece con un jean ajustado y un sweater provocador para la época. Es rock. Ella, unos zapatos con unos dibujos, un pantalón mostaza y una campera como de látex color negra. Los dos tienen lentes oscuros, como si fuera una norma para sus fotos. Están con muchas fotos de las que están a la vista con esos lentes. Tal vez era algo propio de la época. Se declara “algo romántico” y comenta que alguna vez le escribió un par de cosas. Saca otra y cuenta que es de un viaje a Uruguay. Esa foto esta metida entre los vasos. Un poco de agua en esos vasos eran tan reconfortantes como cuando jugas en un equipo de barrio, te golpeas y te tiran con agua en el golpe. El bidón con agua sanadora de los barrios.
Le robo un pedazo de mortadela mientras se acomoda el sweater marrón, porque Bisuara, anda con el sweater marrón hasta cuando hace calor. Se refresca con soda, que es lo único que le saca la sed. Saluda apenas con una sonrisa leve a su hermano que empieza a luchar contra el arranque de su moto. Ya está grande para la moto, pero le da igual. Nunca lo vi arriba de ella a Bisuara, capaz nunca se la pidió prestada. Le pregunto y me dice que no, que aparte ya no tiene edad. Tipo responsable. A veces pienso que de joven fue tan serio que capaz se aburrió en un momento. Me lee la mente y me contraataca. Me pide que le pregunte a Nelly y que veré que me equivoco. Me habla de cuando la conoció, y de porque la eligió. Se me ocurre la idea de que tal vez como se vestían parecido, se acercaron por eso. Cuenta y si, es una de las razones. También que siempre tuvieron buen diálogo y que entre lo mejor que le vio, fue su inteligencia. Nelly lanza una sonrisa cómplice. Yo también. Pero el jura que es verdad y le damos la derecha. Le pongo en jaque. Le digo que si lo hubiera visto comer pescado antes no la hubiera conquistado. Odio cuando lo hace. Los modales se le van al piso. Y a mí, mi papá me tiene cortito con eso de que coma bien y sin chistar.
Nunca tuvieron hijos, dicen que les hubiera gustado pero que en algún momento eso fue una presión difícil de manejar, especialmente para ella. Entonces a grandes rasgos, no se si ocupo el lugar de hijo o de ruido de la casa las veces que voy.
Hoy todos esos ruidos son sonidos. Le cuento a la chica del peludito color uva lo que fue resplandecer de ese momento que encontró a mi familia huérfanos de todo. La espalda enorme de mi viejo. Mi hermano fajandose con el trabajo sucio. Abriendo los codos, haciéndose grande en la pintura, a lo Scola. Solo escucha. Se ata el pelo. Me dice que vayamos a la plaza, que hay un lindo sol. En el camino le digo que alguna vez debería escribir sobre Bisuara, también sobre ella. Se pone roja y mueve las manos, como cuando le da vergüenza. Entonces en el pasto, saco un lápiz y empiezo unas líneas. Me pierdo en su ronda de besos. Sí, el sol esta por revelar.

martes, 4 de agosto de 2015

Si, esa, la del peludito color uva

Mamá me baño  temprano hoy. Me sentó en la parte de adelante de casa y me dijo que espere, que él llegara en un instante. Me puso una remera celeste que me gusta, tiene un dibujo de una moto y el cuello en rojo. Papa no está, está trabajando. Mis hermanos jugando afuera.Yo estoy limpiando el radiograbador de el. Le puse un pedacito de trapo a una punta de una lapicera y le limpio los recovecos. El radiograbador es de mi hermano mayor. Se parece al que Massacre colgó en la tapa de “El mamut”. Agarro el cassette de Virus que me hizo escuchar la ultima vez que vino de “La Colimba”. Lo tengo ahí por si me lo quiere hacer escuchar de nuevo. Estoy medio ansioso. Quiero ser como el cuando sea grande o también como Eduardo Dominé, el ayuda base de Quilmes.
Se abre la puerta y entra vestido de verde. “La Colimba” me lo llevo por sorteo, el no quiere estar ahí pero es lo que le toco. Llega con un bolso Topper naranja que un tío nuestro le regaló porque trabaja para la marca. Me toca la cabeza, me pregunta como estoy y si en el colegio me esta yendo bien. Del bolso saca un cassette y unas fotos. Me dice que el cassette es de Soda Stereo. Me muestra las fotos de la banda y yo quiero esos peinados en un futuro, porque ahora tengo un corte casquito algo Beatle y mi corte de pelo no es algo que dependa de mi en este momento. Se abraza con mi vieja y ella automáticamente le agarra el bolso para que pueda llevarse la ropa limpia nuevamente. Preocupaciones de madre.
La comida esta casi lista. Ayudo a poner la mesa mientras mi hermano mayor se baña. Hoy comemos afuera porque hay un sol radiante. Mi vieja opina que la ropa se secara de un voleo. Pongo en la mesa unos platos de Mirinda que cambiamos hace unos días con mis hermanos en esos canjes de tapitas. Pienso que es una buena idea estrenarlos con él y mi mamá me deja el camino libre para recibirlo como se me antoje.
Todos esperamos alguna historia y el elije alguna turbia para mi edad. Cuenta que lo largaron en el campo junto a otros compañeros. Porque el no se siente soldado. Por eso dice compañeros. Tampoco milita en ningún partido político, pero dice compañero. Es un joven que le toco estar ahí y debe hacerse soldado. Como todavía no lo siente, para mí no lo es. Que les gritaron que debían camuflarse de la manera que sea, que les sacaron el agua y cualquier elemento que pudiera darles un poco de ganas. Vio que algunos formaban barro con su propia orina para llegar camuflados de alguna manera al ver a los superiores porque sino les avisaron que había castigo. El agarro unas naranjas que encontró por el camino y las exprimió sobre la tierra para tener el barro. Que algunas moscas lo siguieron y el olor era algo insoportable pero que nadie se dio cuenta, o se la dejaron pasar. Yo quiero saber si uso algún tanque o un cañón. Pero me dice que no, que otros hacen eso. Entonces lo imagino como mi soldadito preferido. El que esta cuerpo a tierra. Armo mi pelotón y ese siempre esta en el medio. Con la mira justo ahí. Tengo 2 pelotones, uno verde y uno azul. El azul parece mas moderno, o a simple vista parece que tiene mejores armas. Por eso de vez en cuando hago ganar a los verdes porque los siento un poco mas débiles.
Sus amigos vienen a buscarlo y se va por un rato. Agarro mi pistola de sonidos futuristas y  juego un rato hasta que vuelva. Me pongo a dibujar unas camisetas de fútbol para regalarle a la  vuelta. Me gusta dibujar la de Argentinos Juniors, que es como si el que hizo el diseño se le hubiera caído lavandina en la tela. Es un rojo manchado con blanco, difuso. O a la tela se le cayeron un par de gusanitos blancos. Pero vuelve tarde y tengo que hacer la tarea. A propósito dejo sin hacer unos dibujos, porque el dibuja bien y me gusta que me ayude con eso. Me sugiere que a las camisetas las haga en papel cuadriculado, así me quedan cuadraditas, como aparecen las de la tele junto al nombre de los jugadores.
Siempre me acuerdo de ese día. Hoy tenemos un par de años mas, y si bien adopto la frase de Pepo cuando dice que “soy joven pa´viejo y viejo para pendejo”, nuestra relación no ha cambiado mucho. Yo todavía quiero seguir siendo como él. Le quiero contar que siempre me acuerdo de eso. De los dias que me llevaba al muelle de pescadores por un cono de rabas y unas "Tita" de postre. Vaya a saber porque pero a esos los siento de admiración, claves. Tal vez por las sonrisas de sus amigos al verlo. O la espera no solo mía, sino de mis hermanos. Entonces suena el timbre y bajo a abrirle. Malen esta de su mano. Su llegada le pone alegría al día nublado. Los sigo y desayuno de nuevo con ellos. Nos sentamos los tres en la alfombra, junto a las plantas, porque allí da el ultimo sol de verano, o el primero de otoño. Malen agarra los colores y empieza a dibujar, abre a paso a la charla con mi hermano, porque se aleja, tirada en el piso, contando en voz alta cada detalle de lo que va haciendo.
Me pregunta de la chica que le conté el otro día, si, esa, la del peludito color uva. Le digo que estoy sorprendido, que pensé que no teníamos nada que ver pero voy atando cabos en estas horas que me hacen sentir cada vez mas cómodo. Que no es como cualquiera. Que ayer me despertó con un mensaje preguntándome como estaba y deseándome una buena mañana. Y eso fue letal, porque me sentí cuidado. Y el sabe bien de la que vengo y que no quería ni siquiera que alguien me interesara. Que el estuvo presente en mis noches de brillo y en las otras en las que buscaba respuestas en canciones ajenas, cuando todo el viento del mundo se llevo todo así, de la nada. Y sabe que su abrazo me hizo tener los ojos abiertos para ver como todo había cambiado. Y  Pero esta vez no pude elegir y esta buenísimo disfrutar de eso. Le cuanto que no quiero pedirle mucho, que  la conozco hace poco y no quiero ponerle presiones absurdas. Pero si debiera pedirle algo seria, que se quede a dormir en casa mas seguido y que se saque un poquito el freno.
Se ríe y me pasa un mate. La ronda sigue con Malen, porque si bien es chiquita, toma mate. improvisa una espada con las fibras, nos ataca con con ella y llena de color nuestro día.

jueves, 23 de julio de 2015

Chica de Oro - Capítulo Final - Bien Pituca

Nunca me intereso el boxeo y hoy no va a ser la excepción. Mi viejo durmió su siesta de todos los días para esperar "La pelea del siglo" en casa. Debe estar algo ansioso. Yo decidí irme a bailotear unos ritmos tropidelicos con amigos ahí en el muelle, el que es postal de todas las fotos de mi ciudad. Camino al muelle los bares están apiñados, la tv se ha unificado después de las 12 en dos tipos arriba de un ring.
El muelle no solo es la postal de la ciudad, es también el lugar donde mi viejo me llevaba de chico a comer conos de rabas o cornalitos fritos. Siempre quise una porción de cornalitos que tenga el doble de ojos. Porque esos se comen así enteros. Esos pescaditos chiquitos apenas llevan harina y de ahí a la freidora y de ahí a la boca.
Llegando al lugar hay unas palabras mías que alertan todo. Tengo una superstición y se la cuento a Luciana. "Siento que me voy a encontrar a Chica de Oro", son mis palabras.
Han pasado algo mas de tres meses sin noticias ni del uno ni del otro. ¿Porque debería ser hoy el día?. Pues bueno, llamenlo superstición, casualidad, destino. Esta allí, moviéndose. Derrochando swing, bien pituca.
Mis aliados se percatan y me rodean como un escudo, aunque el encuentro es inevitable. Pasa a mi lado. Nos damos un abrazo y un saludo efusivo. "Vi al novio de Luciana, era obvio que estabas acá". Sonrío y le dije que me di una vuelta por ahí el día anterior también.
Siento el golpe. Los chicos intentan distraerme y casi que lo logran. La noche esta terminando y al darme vuelta la veo ahí. Tan cerca pero tan lejos. Y yo estoy casi yéndome. Entonces la miro a la distancia y se acerca a mi hasta quedar nuestras narices rozándose. Si. Estamos frente a frente, después de meses sin abrir la boca. Ya no hay pulso que no lleve su nombre. El abrazo es inevitable. Las luces de kermese hacen todo mas tierno. Hay un principio de habla que se desvía. Lo acumulado del tiempo nos confunde. Mi contraataque es feroz, pero como su ego no puede soportar nada que la incomode o contradiga, me invita a bailar. Me dice que no podemos perdernos estos temas que nos gustan. Es astuta. Quiere dar vuelta la historia. Nos perdemos en el ritmo. El compilado de Chicha Roots lleva a ese DJ a nivel Dios.
El lugar se va vaciando, deja ver su piso de madera algo maltrecho y el escenario a medio desarmar. Y acá viene un dato clave. Ella estaba con su amiga de siempre, el novio de esta y un chico mas. Se acercan a saludarla. Se van. Y ella decide quedarse conmigo. Pregunto el porque de su decisión. "Me voy en unas horas", es su respuesta. Si, ya tiene tono de película y de esas que no me gustan mirar. Y digan que tengo testigos de los míos y de los de ella. Todo este tiempo de desaparecidos para juntarnos apenas  horas antes de su partida. Pues si lo hubiera pedido seguramente nadie me lo hubiera cumplido. Caemos en una frase común nuestra. "Acá estamos", nos decimos. Me toma la mano y salimos disparados en el medio de un frío violento. Rodeados de mar todo es mejor. Todo parece tan natural que es como si no hubiera pasado nada, o es su vuelta de Brasil, como en agosto.
Nos sentamos en un bar cerca de su casa. Desfilan los borrachos y parejas grandes prometiéndose amor en voz alta. Me cuenta de sus proyectos con mis manos entre las suyas. le devuelvo los míos y le cuento que empece a subir un blog algunos relatos que ella ya conocía y otros no tanto. Que algunos mas me ayudaran.Cuando salta algún que otro nombre se pone seria. Inmutable. Solo sonríe cuando nombro a mi entrañable Martín y a mi hermano.
El sol le pega al bar en los cuatro lados. Son casi las 9 y debemos irnos Promete dormir unas horas, un baño y agarrar el bolso. Me da la hora exacta de su partida. Le doy unos saludos para su familia y en especial para Tatin y su hermano. La dejo en la entrada de su departamento abrazo mediante.
Ya han pasado los días y estoy despidiendo a Martín. Se va a vivir a Murcia con su familia. Me pregunta de este día. Si acaso volvería a estar con Chica de Oro. Solo sonrío. Su cara se transforma y supone una respuesta. Se que me quiere pegar. Entonces le vuelvo a reír. Comenta lo increíble de ese día. Porque ni bien llegue a mi casa fue el primero en enterarse. No se si deseaba eso,pero seguramente nos debíamos una charla. Si tuviera que pedir un deseo seria distinto. Pediría despertarme y que al lado de mi cama este Aristimuño cantando "Perdón" con su guitarra. Que al ir a la cocina este Molteni preparándome un desayuno de campo. Que vaya al comedor y este Casas fumando y nos quedemos hablando de rock y libros. Que se quede a comer un guiso de lentejas de mi vieja y que nos atiendan como alguna vez en la vida mereceríamos. Que nos atienda "El enano" Gabi, Luciana, Nico, Agus. Que me toque el timbre Martín con los sables de luz de Darth Vader y Luke Skywalker, esperándome abajo para ir a la plaza. Cruzarme a Lucas y a Alma en los juegos. Dejarlo a él ahí e ir a tomarme el 41, que venga rápido y no la media hora que lo espero siempre. Que me lleve al Once Unidos en un partido contra los primos ahí, en esa cancha. Pero no para ganarles ni nada, solo para que conozcan lo que es una verdadera hinchada enamorada de sus colores. Que sientan lo que representa el negro, el rojo y el blanco para nosotros. Con mi hermano al lado. Que sientan lo que es Quilmes para nosotros. Y que una vez terminado el partido, sea Chica de Oro quien me abra la puerta de casa. Que me diga que no se irá. Que ya le aviso a Maki que no volverá y que se quedara conmigo. Que ya puso la alarma para despertarnos temprano e ir bajo el sol a sentir el pasto fresco debajo de nuestros pies mientras reímos. Eso pediría.
Cuando doblamos y empezamos a ver la Plaza Colón supe que capaz no la vería mas. Alentamos el paso, la media cuadra se vuelve eterna y nuestras palabras empiezan la despedida. Me esconde en la entrada de su departamento y hace que eso me duela. Nos ponemos a un costado. Nos abrazamos y le digo que le voy a escribir en junio, para su cumpleaños. Aunque lo que acaba de hacer me hace ruido blanco y me pone en duda. Un taxi solitario espera en la esquina de la plaza. El viaje es todo silencio. Llego a casa. Le cuento a Martín, a Fran, a mi hermano. Pongo la alarma y quiero improvisar una despedida. Se que no podría detener el viaje. Pero sería robarle un momento a ella y Maki. Y no debo hacer eso. Me desplomo sobre mi té de las 11. Me siento en la cama con la imagen de ella bajo el sol mientras yo me subo al taxi. sabiendo que el ultimo día que la vi, supe que juntos, somos geniales.

domingo, 28 de junio de 2015

Chica de Oro - Capítulo 6 - Suena a Trueno

Han pasado tres días y decido salir. Me pongo las zapatillas, un short y la camiseta de Rondo. La 9 de Boston me quedo un poco vieja ahora que Rondo paso a Dallas, pero en realidad me gusta él y no el equipo donde jugaba. La camiseta es reversible y puede usarse del lado blanco o del verde. Tengo un par de fotos en un museo con esa camiseta. No deben asustarse los puristas, un tipo con camiseta de basquet en un museo suena raro. Tal vez de tanto que lo repiten mis amigos, un poco lo sea. Pero no creo. Le digo a Martín que se apure, que me levante con pilas hoy y quiero ir a tirar un poco al aro.
Llego a la plaza justo cuando se esta armando un partido. Hay un par de LeBron James, un Campazzo y un Derrick Rose. No conozco a nadie y los que eligen, al parecer tienen alma de líder o al menos pienso que deben jugar bien. Noto que estoy en problemas, soy uno de los mas petisos. Me toca con un James y uno de remera de los Suns. Hay un lindo sol y yo trato de irme para el lado de la poca sombra que hay para el ataque. Agarro la primera pelota y encaro. Va adentro y así, las primeras cuatro. Una con acrobacia a lo Rondo incluida que saca un par de aplausos. Siento que el de ESPN me hubiera declarado "oficialmente encendido". Aprieto el puño, me siento un NBA. Miro a Martín que está sentado al costado de la cancha. Se agarra la cabeza con la ultima jugada y hace señas como si algo quemara. Y caigo ahí, en ese instante. Pienso en Chica de Oro. Automáticamente quiero que Martín se convierta en ella y vea lo que hice. Me había olvidado por 5 minutos. Y me caí. Y no tiré más ni defendí. Un gordo de medias tenis me golpea algo fuerte, me caigo y yo me hago el que me duele mas y salgo. Le digo a Martín que no puedo conmigo y que vamos a casa. Son 4 cuadras de silencio absoluto. Martín pica la pelota como para hacer algo de ruido y me dice que basta, que ya esta.
Siento que retrocedí. Mi celular esta embebido en mensajes de abrazos fuertes, invitaciones a mates y oraciones que terminan en te quiero mucho. No me puedo quejar de mis amigos. Loló me manda una foto. Me cuenta que ella se acuerda todos los días de mí porque tiene una foto nuestra en su habitación en la que estamos sentados en la plaza. Sé de cual me habla, esta buena esa foto. Me pide también que a pesar de que sabe lo que quiero a Chica de Oro, me quede en el molde. Y que me quede en el molde no es una frase menor para ella. Porque cuando por primera vez en sus 18 años su padre quiso acercarse, me dijo que no iba a permitírselo. Que iba a quedarse en el molde. Hoy tenemos unos cuantos años más y un par de historias juntos encima. Pero de ese día me acuerdo como si hubiera sido ayer. Estábamos sentado frente al edificio donde hoy vive solo su madre. Habíamos agarrado unas flores de ceibo y hacíamos pelear esas flores como gayos de riña hasta que una de sus capuchones se destruyera. El frío era terrible, bien de invierno, y en el medio largo eso. Tenia la cara colorada. La abrace y le pedí que no lo hiciera, que le diera una oportunidad. Pero se quedó en el molde. Tenía puesto un gorro rojo y unos guantes negros, porque a lo largo de sus años siempre tuvo un gorro rojo para los inviernos. No hay foto invernal sin gorro rojo.
Todavía no hablamos muy bien, pero ella, mi hermano y Martín fueron los primeros en enterarse lo que había pasado cuando me fui a las 7 de la mañana de la casa de Chica de Oro. Ahí empezó mi día de la fiebre. Cuando me acompañó a la puerta después de bajar seis pisos en ascensor sin mirarnos. Yo solo le corrí el pelo, le di un abrazo y le desee suerte. Sali a la calle cegado, aturdido, sin creer lo que había pasado. Pues si, decidió terminarlo todo y yo solo asentí. Nos habíamos despedido un dia antes y la relación no había mostrado signo alguno de decaimiento. Caminé a casa con el error de ir envuelto en música y que cada canción la traiga a mi mente. Santiago se convirtió en la calle mas larga del mundo. Y mi casa sería mi mejor refugio. Todo es un hermoso caos. Mi cabeza, una pelea en la YPF, abrazos de amor frente al boliche, puertas de taxi sonando a punto de romperse. La ciudad amanece como todos los veranos. Todo es viento y remolino.
Abro la puerta. Dejo todo como está, incluso nuestras fotos. Todo se volvió húmedo. Mis libros, mis discos, mis ojos. Busco respuestas en las letras de Toto, pero no hay caso. Él siempre esta como yo en este momento. Sabe vivir y disfrutar de la parte mala del amor, o al menos eso creo. Le daría este dolor para que siga escribiendo canciones lindas como lo hacía. Me siento en la cama y se viene a la mente un comentario que Chica de Oro me había hecho. Hace apenas una semana le había comentado a su amiga que era nuestro mejor momento y había decidido contármelo. Se ha vuelto inestable y vanidosa como cuando nos conocimos. Escarbo en eso y nada. ¿Dónde quedo eso?. ¿Cómo se fue tan rápido?. Entonces digo basta. Martín y mi hermano hacen silencio. Me piden que descanse. Yo traté de explicarles lo repentino de todo. Que nunca me había dolido tanto algo. Y que esta vez era así, fuerte, molesto. Un dolor que nunca antes había sentido. Que se me había metido en el pecho con sus palabras. Sus palabras sonaron a trueno en mí. Solo me dijeron que tal vez no habría explicación, y que tal vez no debería buscarla porque solamente me harían mal. Y algo me quedo latiendo. Otra vez la misma canción. Al día de hoy solo tengo un borrador de lo que pienso pero con algunas ideas subrayadas. Sé por donde viene la mano. Pero siento que esta vez  dejé la piel y debo cuidarme. Me engalano en la derrota sabiendo que hice todo lo que estuvo a mi alcance. Las palabras de Luciana advirtiendo que esto podía ser una posibilidad al volver a verla rebotan por todos lados. Que guacha. ¿Cómo la miro en la sesión del martes?. ¿Diciéndole que tenía razón?. ¿Pierdo contra ella también?. La derrota bien vendida no debe molestar. El contexto, si. Juntos dejamos un viaje y proyectos. Todo parece tan irreal que me da vergüenza hablarlo. Solo lo saben los de siempre. Y está bien. Entonces agarro mi música y me voy a ser como ella. Y me prometí no aparecer.

viernes, 12 de junio de 2015

Chica de Oro - Capítulo 5 - Los 12 Sonidos

"Con lo que dicen del amor y las canciones, no se como vivir". Suena Cosmo en mis oídos, hago mía la frase y la escribo en un papel . Me pongo los lentes y salgo al sol. Descubro que al principio de la canción hay una voz casi robótica que anuncia el clásico "Un, dos, tres" y me lleva al mejor regalo que haya tenido de niño. Una pistola con 12 sonidos diferentes de disparo. Ninguno convencional. Todos muy de película de ciencia ficción. Fue un regalo de Los Reyes Magos. No recuerdo si pedí eso pero estaba bien. La economía familiar en ese momento no entendía de pedidos especiales y nosotros, a pesar de ser niños, también lo entendíamos y nadie decía nada. Así que ahí estaba mi regalo. Debía pensar que tenía regalo y con eso me bastaba. La caja solo decía: "Pistola de 12 sonidos". Y para mí era uno más fantástico que otro. Le disparaba a los perros para que se asusten, a mis hermanos,a los pájaros. Era, digamos, una pistola moderna. Blanca y roja, con algunas luces. Con el tiempo se fue deteriorando, pero la seguí usando encintada y hasta con Poxipol.
Cruzo la plaza y la veo a lo lejos. Chica de Oro me sonríe y acomoda sus cuadernos. El pelo al sol se le vuelve mas claro. Mueve las manos como si tuviera calor. Recién salió de su clase de francés y tiene el acento fresco. Nos sentamos al pasto y tiene mucho para contar. Me gusta. Pasa una conocida y nuestro saludo es bien primaveral, sentados entre flores, con un copo de azucar en la mano. Somos el pop en pinta. Tiene puesto un cardigan gris y unas zapatillas en un celeste bebe que nunca se las había visto. Me cuenta que las compró en Brasil. Que las fundió allá y sin querer hoy las encontró. Abajo, una remera bien vintage. La misma que llevo el día que nos empapamos caminando por la Escollera Norte. Se largó a llover como llueve acá en la ciudad. Poquito tiempo y fuerte. Y como ya estábamos empapados, nos dedicamos a caminar. Ese día Llevaba también una mochila de niña y alfajores para el camino. Antes, nos habíamos perdido en una librería, como nos gustaba hacer cuando estamos juntos.
Nos reímos un poco de la desatención que tuvimos en un bar hace unos días. Esos bares que tienen mozos con cortes de pelo raro, pero que de atención entienden poco. Por suerte, entiendo lo básico del tema. Tal vez sean buenos en otra cosa, pues alguien debería sugerirles que hagan lo que les gusta. ¿Acaso los dueños de los bares piensan que un corte de pelo raro vende mas?. Martín alguna vez, con una cerveza en la mano, fijó la posición de que mozo con corte de pelo raro, atiende mal. Me dice que mi corte también es algo raro. Pero me río y le miento que soy la excepción. Me palmea y se ríe. Porque Martín es de los amigos que palmea con una sonrisa. Asi, medio eléctrico, como es él. Con su amor incondicional por Jaz a cuestas.
El sol está lindo pero debemos irnos, entonces me dice que esperemos porque quiere darme un abrazo. Me susurra en frances al oído y me abraza.
Siento como si ese trajín de sensaciones invernales hubiera sido una broma de mal gusto. Que estuvimos escondidos todo este tiempo para vernos con mas ganas. Pero todo lo anteriormente extraño trajo cosas buenas también y no debo ser ciego.
Pude ver que soy mas amigos de mis amigos, y que ellos fueron mas amigos todavía en el momento que ella se fue. Que algunas personas me desilusionaron, incluso ella también. Fue en abril. Raro, porque todos festejan los abriles y el mío no fue de festejo. Que Malén es de la raza de mujeres fuertes y bellas. Que una persona en la que yo confiaba mucho resulto ser la mas superficial del mundo, tal como mis amigos lo habían advertido.Que mi hermano ya no es mi hermano sino muchas cosas mas. Tal vez mi lazarillo, pero no quiero que sienta la presion de ese título. A veces me gustaria compartir mas con el pero nuestros horarios son bastante complejos.
Decidimos quedarnos un poquito mas y me pregunta por mi padre. Le digo que esta mejor. Hace unos días murió su hermano y tuve que darle la noticia. Nunca había dicho algo asi. Tampoco se porque tuve que hacerlo yo. Al darle la noticia lo vi chiquito. Y eso que mi viejo es un tipo grandote, de los serios pero sin bigote. Por un momento cambiamos los roles, tal como a el le gustaría. Sobrio con la ropa, hablando como hablo en mi trabajo. Y yo lo vi sentado ahí en mi departamento. Recibiendo todos los sonidos juntos, con las zapatillas tenis de todo hombre grande. Haciendo como que nada le dije por el orgullo de no soltarse delante mío.Pero no le reprocho. Uno se suelta con quien se siente cómodo. Mi casa se volvió fría, silenciosa. Se paro frente al ventanal y miró hacia afuera buscando una respuesta. Yo me que de atrás de él. Le dije que todo estaría bien y que deberíamos sacar su pasaje ahora para que pueda despedirlo. Sus únicas palabras fueron, " Vamos al médico". Bajamos la escalera despacio y el momento fue tan tenso que hasta el eco de nuestros pasos nos ponía mas incómodos todavía.
Si bien nuestra relación es estable, no nos llevamos como deberíamos, creo. Si bien que sigamos creciendo nos esta jugando a favor, distinto es el tema con mi madre. A veces pienso que ella hubiera sido la mujer ideal de muchos, tal vez todos. Pero mi viejo tuvo la suerte que sea la de él. Nunca logre que entendiera de que a mi edad, el vivía en otra época. Con todas las virtudes y consecuencias que eso conlleva. A veces me reclama cosas que nunca voy a ser. No voy a ser porque no las siento.Y no hay nada peor que hacer cosas sin sentirlas.
Por eso en invierno sentí que era la ultima vez que debía escribirle. Y sin intenciones ni quererlo, despertó. Y Chica de Oro escribió cosas que nunca pensé. Y yo le pase algo de lo que había escrito sobre ella. Nada era bueno, pero decidí mandárselo. Tardó unos días en contestarlo. Tal vez la digestión de las palabras tarden un poco más. Le cuento a Loló a la distancia y me dice que si, que lo haga. Que me guarde las palabras que le dije. Que ella seguiría haciendo de cuenta que nunca las escuchó. Que ahora la tengo sentada al lado y disfrute. Me dice que ahí tengo las palabras que quería leer y ahora puedo escuchar. Que las aproveche. Que me guarde bien adentro, en el costado izquierdo el "Volví por vos". Que la escuche. Que escuche sus 12 sonidos.

viernes, 5 de junio de 2015

Chica de Oro - Capítulo 4 - Hawái

El temor y las dudas me invaden de noche. Me vuelco a los libros y amanezco dormido en el piso. En el sueño, al parecer derramé el café que ahora lo mancha todo, incluso unas anotaciones que empece anoche. Mi vecina habla fuerte por teléfono como todas las mañanas y sus perros corretean como siempre haciendo temblar mi techo.Le contesto unos mensajes a Laura y decido arrancar mi día. Le prometí a mi vieja ir a almorzar con ella. Quiere preguntarme acerca de mi regalo de cumpleaños.  Para mi cumpleaños falta nada. Apenas un puñado de días. Algunos amigos sugieren un festejo algo desaforado, lo cual no estaría nada mal, pero estoy en plan de paciencia. Estoy a la espera de la confirmación de la venida de Chica de Oro. Todo al parecer será distinto esta vez. Avisa que hará lo posible para llegar y acompañarme al recital de Aristimuño.
Junto a una canción, recibo que llegó hace tres días, que esta en la casa de su mamá visitando a su familia, que tratará de ver a su padre, aunque siempre se escabulla por ahí y ella tenga que ingeniárselas para poder tener una charla con él, pero que mañana llegará a la ciudad y quiere verme. Seco y no exaltando mi interés, le comento que tendré la tarde noche del miércoles libre. En realidad podría mañana, pero quiero tomarme un día para aplacar los nervios, las ganas y todo lo que a mi alrededor gira en este momento.
Es rara la música, hace que las canciones traigan recuerdos, o mejor aún, transforma los recuerdos en canciones. Ese poder fue el que acortó las distancias para volver a vernos. Me tiro en la cama y se me vienen encima los primeros días de su viaje. Los días que la extrañé como nunca. Los días que esperaba sentado sus mensajes, los días que me iba a dormir sin haber recibido ninguno de ellos. Los días en que no habian ni risas ni caramelos.
El miércoles debo trabajar pero me iré bien temprano para su encuentro. Hay pronóstico de lluvia y ese día llueve nomás. El encuentro que sería al aire libre pasa a ser mi a departamento y le doy las gracias al agua. Supongo que estare un poco mas comodo de local.
Suena el timbre y el tan esperado momento llegó. Bajo y esta ahí. Con los auriculares puestos. Tenemos los mismos. Grandes, grises. Tiene el pelo un poco mas corto, las uñas pintadas.  Sus lentes, de marco grueso y grande. Nuestro saludo es un abrazo en silencio. Eterno. Hermoso. Se ríe y me toca la nariz. "Aca estamos", son sus palabras.Le toco el lunar que carga en su mejilla izquierda de manera avasallante y la invito a subir. Hay buenos deseos, preguntas y saludos a nuestras familias de por medio. Encuentra algo cambiado mi departamento y lo recorre. Me dice que salió apurada, pero que traerá a mi muñeco de nuevo a casa. Que siempre también me recordó a traves de él. Que ha sido un regalo noble de mi parte, pero que es muy mío y me pertenece. Si asi lo quiere, está bien.  Nos sentamos y empieza nuestra charla. Mientras, saca chocolates para que merendemos. Preparamos unos tés que compramos juntos en uno de nuestros viajes y de su bolso saca unos libros de bebidas, unos ajíes ultrapicantes en conserva, una mermelada casera hecha por su abuela y una carta de su puño letra. Me conoce, sabe lo que me gusta. Sigue tan fresca como siempre. Acusa que tiene frío y se acerca. Yo tengo la mente congelada, no puedo pensar. No aprovecho la ocasión y le doy abrazo que ni siquiera contaría como tal. Me tomo todo con calma y me invita a dar una vuelta. Juntamos las cosas y salimos al ruedo. Sin decir una palabra, al emprender camino, me toma de la mano. La suelto y y hago como si buscara algo en el bolsillo. No busco nada, solo secarme las manos. Los nervios me han traicionado y las tengo algo húmedas. Me repongo y ahora si, soy yo quien la toma. Lo he logrado. Me lleva de su mano sin ni siquiera pedirlo. Dejo mi cuerpo irse con el suyo. No hacen falta las palabras. Todo ha encontrado un rumbo inesperado, pero esperado a la vez. En el fondo, muy en el fondo, tenía la esperanza de que algo parecido sucediera. Esa esperanza que era un hilo ahora es una cuerda gigante y firme. Me avisa que tiene mucho tiempo y que puede quedarse hasta que empiece a aburrirme. Que tiene ganas de quedarse a dormir. Que picardía. Chica de Oro jamás podría aburrirme. Sería insólito.
Me llama mi hermano y le manda unos saludos. Estaba al tanto de todo. El es fan de nuestra relación. Supone que estamos vestidos parecido, como creo que muchas veces lo estamos, o al menos parece que tenemos el mismo estilo. Quiere vernos tomados de la mano y con la mirada de uno sobre el otro. Siempre dice que nuestro cariño es notorio a simple vista y que deberiamos mirarnos a un espejo para comprobarlo.
Camino a la playa, Chica de Oro pide pasar por su departamento. Nos queda de pasada. No quiero subir. Todo ha sido muy fuerte y hace un buen tiempo que yo no piso ese lugar. Le digo que prefiero esperar abajo. Me siento en la escalera mientras en la avenida empiezan a prenderse las luces. Baja y pone un pañuelo grande en mi cuello. Dice que es mas para mi que para ella.
El sol parece esconderse. Es de esos días de sol tibio que uno debe aguantar la embestida de la brisa con un buzo así como el que tengo puesto, livianito. Se esta haciendo un poco tarde. Nos convidamos unas galletitas y unas palmeritas que compramos en la panadería que queda a la vuelta de casa, una que siempre parece que está cerrada. Pero hay que apenas empujar la puerta para saber que no. Es casi una panadería a puertas cerradas. Me acerca un mate y me pregunta acerca de mi decisión de querer volver a verla. Me pide que me saque los lentes porque quiere mirarme a los ojos. Me siento y me tomo mi tiempo para darle una respuesta razonable, decorosa y que no dañe mi orgullo de hombre. Me acomodo en la arena como cuando era niño y mi hermano debía traerme hasta aquí. Miro a un grupo de personas haciendo acrobacias. Nunca fui un virtuoso en eso en el colegio. A la gente le llama le atención, a mi también, aunque de tanto verlo, me aburre un poco. Los perros corren, porque a esta altura del año, cuando la playa está tomada por nosotros, los de acá, los perros pueden andar por ahí como andan, haciendo pozos y divirtiéndose a su manera.
Estoy algo nervioso y lo nota, no lo estaba desde que fui a su encuentro hoy temprano. Porque siempre que fui  a su encuentro me pongo nervioso, hasta que me saluda con su sonrisa.
Junto todo mi valor y me animo a preguntarle lo que no me animé nunca. Le pregunto si acaso se había olvidado de mí. ¿Porque me trató como un extraño? Casi tan extraños como antes de conocernos, creo. Porque yo quería saber qué hacía, que comía, si se tiraba en la cama como en mi habitación o si cada vez que le iban a abrir la puerta la encontraban cantando como cada vez que bajé a abrirle. Y lo supe pocas veces. Contadas las veces. Y se me viene a la cabeza que tiene una deuda conmigo. También la sensación que esos días para mí no fueron una estadía en Hawái. Porque esos días empecé a recordarla borrosa de tanto pensarla. Se me confunden las ideas. El cielo se nubla como para ponerle más escenografía a nuestra charla y hay un silencio que sólo puede cortar el ruido del mar. Y hacemos quedar todo a la mitad. Nos recostamos juntos en la arena y lo dejamos todo ahí. Todo termina en un abrazo y está bien. Es un síntoma de que algo hemos crecido, juntos y por separado.
Definitivamente, jamás volveremos a ser extraños, con todo lo que eso implica.
Me río y me acuerdo que pensaba todos los días en ella con una canción distinta. Pero no se lo digo, sería alimentar su ego si lo hago. Y todavía me queda algo de miedo adentro. Unas gotas. Pero a favor tiene que ese miedo empezó tan grande como toda el agua que tenemos enfrente. Entonces como para que la agarre en el aire, le digo que quiero hacerle escuchar un par de canciones que me recordaban a ella durante su viaje. Me retruca que tienen el típico sonido que me gusta y algunas rimas forzadas. Raro. Pero creo que tal vez no haya notado, que ya es su sonido también.

martes, 19 de mayo de 2015

Chica de Oro - Capitulo 3 - Adiós Brasil

Lo leí. Lo leí todo. Me voy a la cocina y preparo un te. No quiero pensar. Quiero distraerme. Marco algunas oraciones en mi cabeza. Me tiro en la alfombra y me propongo terminar un libro  de Casas. Mi casa esta en silencio y el silencio para mi no es bueno. Tomo valor y leo detenidamente sus palabras de nuevo. El momento que espere por meses llego sin quererlo. Siempre pensé que serian sus primeras palabras y no ahora que llegan con tanta demora. Pero llegaron, y debo valorar eso. Me cuenta de sus cosas, de sus proyectos y de una posible vuelta días antes de mi cumpleaños. Me cuenta que me extraña. Que si, afirma casi al final, que estará para mi cumpleaños. Contra todos mis pronósticos, contra los suyos y contra los de todos, parece que viene en serio. Saco cuentas. Me culpo de no tener nunca un calendario a mano. Me salva un imán de una pizzería del barrio en la heladera. Menos de un mes. No quiero volverme un poco loco. Pero me agarro el pelo en señal de festejo. Todo empieza a volverse de colores azules turquesas. Quiero que todo esto sea verdad. Adjunta unas fotos. En una esta saludando y se ve tan fresca como siempre. Subraya que ahora le gusta Viva Elástico, que quiere escribirme "Imágenes de amor" y regalármela. Que los escucho en toda la música que le di para su viaje. Que la canción tiene acordes simples y que hasta sabe tocarla. Que le recuerda a cuando nos sentábamos en la ventana de casa por la siesta mientras nos preparábamos café, antes de salir sin rumbo, como siempre lo hacíamos. Siempre queríamos llevarnos a algún lado.
Para contrarrestar el silencio y ponerme a tono, hago sonar a Viva Elástico. Soy la histeria del hombre en pinta. Quiero despertar a mi hermano y contarle todo. También a Martín. Pero no debo molestar. Ellos tienen sus familias y obligaciones. Es bien tarde y el sueño que me arrastraba a la cama ahora se ha convertido en alegría. También en miedo, en ansias. Le mando un mensaje a mi hermano para que me avise cuando pueda llamarlo en cualquier momento del día. Porque a veces mi hermano se escapa al baño en el trabajo para hablar unos minutos conmigo. La mayoría de las veces hablamos de basquet, pero esta vez le tengo una sorpresa. Le pongo que tengo novedades de Chica de Oro.
El es mi bombero. Un tipo con un carisma increíble. Todos lo quieren. Yo desde chico me acostumbre a ser "el hermano de...", y esta bien. A veces pienso que si mi hermano hubiera tenido el sueño de ser presidente como todo niño americano de los años 70, por su carisma, capaz lo hubiera logrado. Disfruto de el y de sus enseñanzas.  Es sin dudas, el tipo que mas me ha marcado. Lo único que me molesta de el es que no me devuelva las películas que le presto y que no le guste Milton Bell tanto como a mi. Ahí se vuelve injusto, de poca memoria. Me ha marcado en tres etapas: con la música, cuando andaba con los cassettes TDK de Virus, Soda Stereo o Los Abuelos de la Nada en la mano. Los ponía en la parte de adelante de casa, donde mis viejos en esa época habían improvisado un kiosco para pelear el  paso de la conocida "Primavera Negra". Tenia un grabador viejo, que era lo primero que agarraba cuando volvía de "La Colimba", que por esos días, solo te salvabas por sorteo. Yo escuche todo eso desde bien chico. Y hoy escucho las variantes y sus influencias. Tengo imágenes de mi vieja preocupada por el cuando tenia que volver ahí. Nunca tuvo una buena reputación "La Colimba". Por suerte cuando yo empece a crecer, sacaron lo obligatorio del asunto. No me hubiera gustado ir ahí. Después, cuando mi viejo no estaba para llevarme a los lugares que quería, no por que fuera un padre ausente, sino porque ese animal trabajo siempre todo el día para que nada nos faltara. Entonces se que conocí el puerto con él. También me llevaba a ver los camiones y colectivos que tanto me gustaban a la ruta. Si hasta la primera imagen del mar que tengo es junto a el. Fue un día de verano, nublado, frío, pero de verano. Recuerdo haber estado parado en la escollera junto a el con toda esa agua alrededor dando en las rocas de manera furiosa. Y por ultimo, y ya mas acá en el tiempo, la relación que tiene con su hija. Hay un entendimiento total de las situaciones que comparten. Malen encierra lo que el siempre quiso. Y Malén es tan genial como Chica de Oro. Tienen de diferencia una vocal en sus nombres y una veintena de años en sus documentos. Comparten el amor por la pintura, la música y los libros. El primer encuentro entre ellas se dio una noche en la que mi hermano me invito a un bar cerca de casa donde el fue a escuchar unas canciones. Hacia un calor terrible y después teníamos un cumpleaños de uno de los chicos de mi trabajo. Se miraron y ambas sabían el significado de ese encuentro para mí. Se sonrieron, se elogiaron y se avergonzaron. Chica de Oro cerraría la noche diciéndome que soy la versión moderna de mi hermano.
Me despierto y me duele todo. Sin quererlo, me dormí en la alfombra. Debo apurarme porque entro algo temprano a trabajar. Todo me resulto tan inesperado y alegre que hasta vería a mi jefe hoy sin poner un pero. Voy por Mitre que a esa hora, se inunda de escolares queriendo entrar al "Mariano Moreno". Parece que va a haber un lindo sol y que podre ver el amanecer en el mar desde la ventana de mi trabajo. Bien temprano no llega nadie y si uno es un poco humano, puede disfrutar de esos momentos.
Me cruza un compañero camino al vestuario y se sorprende de verme tan despierto, tan temprano. Me afeito sin los auriculares puestos. Canto a pesar de mi voz. Algunos me miran como un bicho raro porque cruzo un par de palabras. No es que sea un antisocial, todo lo contrario. Pero en el vestuario y a esas horas de la mañana hablo poco y nada. Generalmente estoy con la música en los oídos hasta que tengo que fichar.
Mi día vuela. Ir al trabajo de mañana tiene esa ventaja. Me quedo media hora de mas solo para contarle a Laura lo que leí anoche. No me dice nada y me voy. le digo que no va a entenderme nunca. Y que a veces me confunde con un niño.
Después de una siesta rápida y reparadora, al fin puedo comunicarme con mi hermano y el hace lo de siempre. Me apoya en lo que sea que pueda llegar a ocurrirme. Me deja tranquilo. Quiero ver a Martín, aunque sepa que sus palabras pueden llegara ser un poco mas pesismistas.  Martín sabe, pero nunca me lo dira. Guardara sus superpoderes. Es flaquito y de una altura normal, pero al conocerlo se vuelve gigante.
Juani viene a casa y le cuento. Me entiende poco y repite: "¡Que flash!". Casi sus palabras de cabecera. Siempre me pregunto si cual habrá sido la frase que decía antes de repetir siempre "¡Que flash!". Creo que esta apurado, y por eso solo me da esa respuesta. Se que debe ir a buscar a su novia. Entonces lo dejo libre, lo libero de todo. Quedo solo y nuevamente quiero ruido. La histeria me lleva a leer nuevamente, a ilusionarme con sus palabras mientras tacho los días y Schuster de fondo canta que "El amor enferma".

lunes, 11 de mayo de 2015

Chica de Oro - Capitulo 2 - La Novela

"Que se ría e inunde la casa de alegría. La persiana está alta y el sol entra débil. Calienta poco, pero lo suficiente para darle la luz a las plantas que descansan sobre el Winco. Se acerca a uno de ellas, la que me regaló, la mira, la acomoda. Se refriega los ojos que parecen estar en compota. Se va hasta la cocina, vuelve con agua y la riega. La imagen enternece. Este ultimo tiempo, muy pocas cosas me han llenado, y esta imagen va a pasar a formar parte de ellas.
Se ata el pelo y me llama por mi apellido. Hoy esta segura, como muy pocas veces lo esta. No quiero decírselo, tal vez arruine todo. Seguir observando es tal vez lo que mejor pueda hacer. Ojalá el momento se quede quieto justo ahí, para mí.
Se acerca, pone sus piernas sobre las mías y las deja caer. Me habla y se vuelve niña. Me habla de sus perros, de su madre, de Maki. Me quedo inmóvil cuando en realidad debería hacer algo. Pero espere tanto esto que ahora no se como actuar. Cosmo es la backing band que suena atrás de cada cosa que nos sucede y me dejo llevar. Anoche durmió con la cabeza en la almohada, lo que por estos días, no es poco. Se recuesta en mi y me abraza. Le toco la nariz y se pone seria. No hay nada que le guste menos que eso. Pero ha sido un toque de nervios, de no soltarme al momento y errar. Salgo del paso con una broma y tengo mi recompensa en un beso.
Los tiempos son cortos. Unas horas con ella son mucho, pero a veces unas horas no son suficientes, menos, demasiado. Se abriga, toma un mate mas para el camino. Me abraza y me pide que me cuide.
Cruzamos la galería entre faroles y algunas nubes que dejan verse. Abro la puerta, y el sol vuelve a iluminar su sonrisa de despedida".
Tengo pensado mandarle todas estas palabras para que las lea la distancia.
No me animo, todo queda en borrador. Me abrigo y salgo al frío. Debo hacer algunas cuadras para llegar a Martín. Es su cumpleaños y voy a buscarlo a su trabajo. De ahí iremos en busca de unos amigos y así seguiremos juntando cómplices sucesivamente. Por el camino llamo a mi vieja. Me cuenta que esta mirando una novela turca. Si, una novela turca. Le comento que en algo coincidimos. Que voy escuchando "La novela", de Pablo Malaurie, un disco que me encanta y que al fin pude rastrear y bajarlo a mi celular. Me pide que se lo haga escuchar cuando venga a visitarme. En muchos puntos, mi madre es rocker. Creo que puede gustarle. Malaurie para mí es la mezcla entre Spinetta, Aristimuño y una vieja resfriada, por el tono de su voz.
Al llegar, Martín esta arreglando su corbata. Hay poca gente en el lugar. Me siento en la barra y me sirve una copa de vino y un cóctel en proceso de ser un cóctel definitivo. Tiene Jameson y naranja y algunas cosas mas que intento descifrar. Destaca mi prolijidad con la ropa y lo pomposo de mi pelo. Cree que es síntoma de que me estoy poniendo bien. Mientras tomo el vino cruzamos algunas palabras, algunas chicanas y varias botellas de mano en mano como motivo de charla.
No quiero decirle a Martín que quiero mandarle lo que escribí a Chica de Oro porque le prometí que no iba a hacerlo. En algún momento pienso decírselo, porque nuestra amistad no entiende de secretos y a la vez, entiende de errores.
En cierto punto creo que intuye lo que hice. O al menos se ha convertido en juez para mi. Su palabra me importa, y a la vez me condena.
Camino a la búsqueda de nuestros amigos se lo digo. Pero también que esta en borrador y todavía no se lo mandé. Hay un silencio de los que corta solo el viento. Su reacción es algo sanguínea. Deja estéril mi cabeza y le comento que no puse nada pero puse todo. Que le describí un momento nuestro. Una mañana. Que la recuerdo así. Que me duelen las mañanas y no las noches. Que quise que lo leyera como si no fuera yo quien lo escribió. Paso mi celular a su mano para que lea.
Me lo devuelve y entramos al bar. Cruzando la puerta suelta que esta bien que extrañe, que es lo normal. Pero que no me rompa la cabeza, que dejé todo en la cancha. Habla lo justo y necesario como para que me sienta mal. Me lleva al limite para ver mis reacciones. A veces es desafiante. Pero nos queremos demasiado y todo es para mi bien. Cuando me voy a caer, me tiende su mano de nuevo, como una broma de mal gusto.
Consulta sobre una posible respuesta o mejor dicho, sobre lo que seria una respuesta decorosa para mi y solo le cuento el comienzo. Que mientras estaba en la barra de su trabajo recibí un mensaje de ella. Que no nos escribimos hace dos meses y que solo leí el comienzo porque hoy es su cumpleaños y tal vez me pueda llegar a poner mal y no quiero incomodar a nadie.
"Escribí esto en mi cuaderno con la intención de sacármelo de encima, pero con la idea de que jamas lo leas. Hoy estoy muy triste y decido mandártelo."
Ese es el comienzo de su mensaje. Solo esos pocos renglones me anime a leer. No podía ser tan egoísta. Debía esforzarme y esperar a llegar a mi casa a leer.
La noche se moja en risas. El equipo esta completo. La mesa la completa el Sensei, imponente como siempre, gigante,  Agustín, un amigo de Martín y Paola, que retrata el momento de diversión invernal. Esa foto cuelga en una parte de mi casa donde la acompañan un montón de fotos mas, todas superpuestas. Algunas apuestas y otras puestas.
Levantamos los vasos y brindamos por su cumpleaños. Surgen anécdotas de un viaje compartido hace poco. Le pedimos a Agustín que cuente como hizo para pasar 8 horas en un hotel de lujo vestido con un jogging viejo y sucio. Reímos todos.
En el lugar creo que solo quedamos nosotros. La noche ha sido larga. Nos paramos, nos vamos. Tomamos la esquina en busca de un taxi para. Para mi son apenas unos metros en el frío hasta casa. Surgen bromas de despedida y abrazos por doquier. El alcohol en sangre. Propuestas de vernos lunes,martes o miércoles. De inventarle un día mas a la semana para poder juntarnos. Mi abrazo es de festejo. El suyo, de cuidado.  Me agarra el pelo, me toca la cara y me susurra que volveremos a hablar de ese tema.

martes, 5 de mayo de 2015

Chica de Oro - Capitulo 1 - Los Chinos

Los Chinos

Cuando nos despedimos me dijo que todo estaría bien. La gente nos miraba. Ella lloraba mucho. Solo me salio abrazarla y decirle lo mismo, que todo estaría bien. 
Emprendo mi retirada. No llevo equipaje. Me hace pensar en las canciones que llevan esa frase y siendo chico las escuchaba e imaginaba que eso debía ser libertad. Veo que hay diferentes maneras de leer el juego, y al menos hoy siento que alguien la pudo haber escrito en un momento parecido al mio. Mi idea de libertad esta confundida con tristeza, me parece.
Solo tengo un traje en una funda, una entrada que no use y las ganas de volver rápido a mi casa a dormir y no despertar por un par de días. Mar del Plata de repente queda tan lejos que parece inalcanzable.
Subo al colectivo y apoyo la cabeza sobre el vidrio. Son las 4 de la tarde y la fauna porteña late.
Me acomodo para dormir pero el de adelante no se decide y se mueve para todos lados. Se da la vuelta y me mira. ¿Que mira?. Me mira como los chinos a sus clientes, desconfiado. Porque con mis amigos cuando vamos a comprar, desconfiamos de sus productos. Miramos las fechas de vencimiento. Y ellos nos miran como si les fuéramos a robar. Me gusta ver eso. Me pongo en invisible. Y veo todo eso. Veo la psicosis de la gente y la desconfianza de ellos.
El chofer me deja un agua mineral caliente y un alfajor en condiciones extrañas. Y entonces empiezo con mi discusión interna si que empresa de micros debí haberme tomado. Si esta, o la otra. El de adelante se vuelve a dar vuelta y como no estoy de humor y ya es la segunda vez que lo hizo, le ofrezco mi agua. Me dice que no, y me da las gracias. Entonces supongo que dejara de mirarme. Que lo tomo  mal. 
Creo que lo logre. Pero no. Esperó el momento y me pregunta si soy el compañero de secundaria de su hijo. Como no soy adivino, le pregunto como es el nombre de su hijo. "Facundo Diaz", me responde. Y si, Facundo Diaz, era mi compañero y a ese hombre que me molestaba hasta recién, le pido disculpas y que me entienda que vengo de un largo viaje. Recuerdo su nombre, Jorge se llama. Entonces me mira como estoy y que llevo muy poco abrigo encima y supone lo que hice. Que le mentí. 
El descampado empieza a surgir en la ruta. Me duele la cabeza y mis pensamientos no son buenos. Intento dormirme con la capucha puesta. Alguien va a cumplir su sueño y yo estoy triste por eso. Hoy no debería sentirme así. Pero vamos por parte, no me pone triste que vaya a cumplir su sueño. Me pone triste que para cumplirlo deba irse tan lejos.
Debería disfrutarlo, pero al menos por ahora no me sale. Me sale pensar en que no va a estar mas con sus dibujos, con sus fotos, con sus colores, con sus movimientos de manos. Porque me gusta cuando habla así, explicando todo con las manos. A veces roboticamente.
Al llegar, el día esta algo gris, aunque, ya es un poco bien de noche. Mi departamento esta en silencio y así lo sera por unos días. Mi hermano me merodea, me rodea la manzana con mensajes de texto que nada tienen que ver con mi momento. Ok, lo agarré. Me quiere distraer y yo le voy a hacer suponer que lo hizo. Contesto con "Jajaja", "Claro", "¡Buenísimo!"
Me canso de fingir y le digo la verdad. Que la voy a extrañar.
Hay una espera de su parte y me dice que vendrá a casa a la hora que sea, que solo ponga la pava al fuego.
Me pongo nervioso y le cuento que intente regalarle un puñado de mar en una botella. La llene con arena y la envolví en "Tus Canciones", de Lisandro Aristimuño. Que me había salido hacer eso en lugar de escribirle, como era mi deseo. A veces pienso que fue una idea estúpida, aunque hoy estoy un poco mas conforme con lo que hice.
Hablamos. Mi hermano me dice que todo va a estar bien. Todos me dicen que todo va a estar bien. Estoy algo pesimista, lo se. Me levanto de la silla, me arrodillo y busco discos. Estoy inquieto y a la vuelta a sentarme con el, se para, me agarra la cara y me da un cachetazo suave, como cuando me dice que me quiere. Y yo no quiero que lo haga, que no diga eso. Porque voy a llorar. Y no quiero llorar delante de él. Entonces mientras me habla y lo escucho, apelo a una de mis tantas ideas estúpidas. Mi contraataque para no llorar es pensar la formación ideal del equipo de básquet del club del cual soy hincha. Entonces pienso: "Farabello en la base, Domine, De la Fuente tiene que ser el alero" y así. Pienso donde puedo meter a Hopson en ese cinco inicial. Y vuelvo ahí, al lugar, con la cachetada. Y si, lloro. Lloro rápido, con vergüenza. Estoy confundido. Quiero verla ahora que se fue, quiero otro trabajo, quiero ocupar mi tiempo.
Me reta y me dice que debo hacerme cargo de la situación, que esto no es un disco y no se puede pasar de un tema a otro. Empiezo a sospechar que mi plan fugaz de pasar de un tema a otro fue asi, fugaz. 
Al otro día aparece Martín y me invita a comer a su casa. No me saca el tema, el sabe mucho, incluso mas que yo. Pero quiere cuidarme y lo dejo. Me trae la cerveza que me gusta y la pizza como me gusta. Hasta compro el helado de mi sabor preferido. No me puedo quejar. Me mira, me palmea y sonríe. No es necesario que haga eso. Con su amistad me basta y me sobra. Me distraigo con su hija que me cuenta lo de toda nena de su edad: del jardín, de sus clases de danza. Tiene un pizarron e intenta escribir mi nombre. Se confunde la J con la G. La ayudo y nos reímos. Trae sus juguetes y los deja a todos ahí, en el piso.
Martín y su mujer me invitan a quedarme a dormir. y con esas palabras encima miro a mi alrededor los juguetes y si, me siento un niño. Saco valor y les digo que no, doy las gracias y explico que mañana debo ir muy temprano al trabajo. Me retrucan que desde su casa, mi trabajo queda mas cerca que de la mía. Me ponen en aprietos y les salgo que no quiero molestar a las 6 am con mis movimientos torpes de recién levantado. 
Me voy a casa. Tengo unos mensajes de ella. Le contesto que le contare todo por email. Y su respuesta nada tiene que ver con lo que esperaba. Su respuesta empieza con disculpas. Ya esta. No es lo mismo. Sigue, lo leo. Lo leo de compromiso. Ya no quiero seguir haciéndolo. De hecho supone eso en el email. Me quedo quieto y me rasco la cabeza. Voy a la cocina pensando y me preparo un te. Pienso que ella se olvido de mi. Se olvido de mi.

miércoles, 29 de abril de 2015

SANTIAGO, EL ARGENTINO

SANTIAGO, EL ARGENTINO

Se para y me dice que el tema que suena es triste, con sonidos como los videojuegos de antes. Me saca una sonrisa. Acota que es triste y me pregunta si estoy romántico o me pasa algo parecido. Sonrío de nuevo y le contesto que "no sé lo que es ser romántico," que soy bastante frio, como mi padre. Me contesta que el si lo es, pero que si hay que meter pico, pala y martillo también lo hace.
Quiere saber si alguna vez le escribí a una chica. Mi respuesta es que a dos, una hace un buen tiempo y otra hace muy poco, reciente, con resultados buenos y malos.
Me invita un brebaje para el frio. Es agua bien helada con alcohol común y harina de maíz. Juro que probé bastantes cosas ricas y algunas como estas. Me quema. Se ríe de mí. Si su propósito era que me suban todos los calores juntos, que se quede tranquilo, lo está logrando.
Hoy no tiene el pañuelo azul que le cubre la cabeza, se afeito y el buen humor se le nota desde lejos. Tiene zapatillas onda trekking, un pantalon que le queda grande y por las dos tazas que veo a su lado, esta antojado de tomar té.
Llega una viajera con demasiadas ganas de hablar para mi gusto. Me cuenta que se peleó con su hermano, que estaba en un lugar mejor y más lindo que este. Habla y pelea por teléfono con su padre. Me aburre. Me importa poco lo que me dice y me pongo en off. Tengo una canción en la cabeza que me llego junto a unas líneas inesperadas a mi casilla de mail anoche. Se me pego. Me la enviaron con la premisa que tiene teclados espaciales, como a mí me gustan los temas, para que cree  el clima y así poder leer las líneas. A quien me lo envía le había escuchar el tema en una juntada de verano, con amigos con mates de por medio, en una callecita de tierra con bosque, de esas lindas, que dan aire fresco y sombra los días de calor. La canción me suena a que me despide, las líneas no. El tema es Hoy no de Entre Ríos. No tengo idea con que quedarme. Ese día me aparto mientras escuchábamos Hoy no y me dijo que comprendía todo. Que mi mirada de amigo no podía cambiarla y así entendía que estaba bien. Que me esperaría como yo a Chica de oro. Me lo dijo sentada, se paró, agarro la cámara y saco una foto al cartel de la calle: “Te lo dije acá”, fueron sus palabras y guardo la cámara.
Hay un mail más, pero un poco confuso. La imagino algo melancólica. Ojala que no, ya que mañana tiene un cumpleaños y no sería lo correcto estar en una fiesta así. Esa es mi corta respuesta a sus líneas, seguida de buenos deseos.
Me levanto y voy al baño. A la vuelta, le comento a Santiago la situación. Larga una carcajada. “El amor en tiempos modernos, todo por PC”, me dice. Me da dos opciones: en la primera me defenestra, me trata de boludo, lo cual asienta en mí que ya es un argentino más. Me dice que no debía perder oportunidades con las mujeres, mas está siendo linda y buena como le conté. En la segunda me banca un poco más, entendiendo que actuando como lo hice, me quedaba más tranquilo conmigo. “Chica de Oro es la segunda a la que le escribí, también la del resultado adverso”, le digo. Me sirve más de la bebida que no quiero. ¿Me quiere hacer hablar?
Chica de Oro me parece fantástica en todos los sentidos salvo cuando se pelea con su madre o se preocupa demasiado. Cuando se preocupa se brota, le salen algunos granitos en la cara que para mi desgracia, hasta le quedan bonitos. No me agrada que se pelee con su madre porque tal vez la relación con la mía sea extremadamente humana. Me dispara al cielo cuando habla de cuando era niña o se acomoda el pelo.
Afuera llueve como nunca. La nieve se deshace. En este rato juntos, la música que do a mi cargo. En el playlist salta Knights of Cydonia de Muse y a mi me dan ganas de agitarla. Siento de ganas de pararme y empezar a saltar, de empujar a Santiago, de que la viajera se calle y venga a saltar conmigo también.
Pero no, debo ir a retocarme el bigote porque ya se aproxima mi salida a un nuevo destino.
Me llevo todo el jazz que me dio y le prometo ponerlo en el restaurante cajetilla donde trabajo.
Me avisa que estoy en problemas, no solo por el agua que se ve caer por las ventanas, sino también por si su brebaje me hace efecto y porque me acaba de fallar uno de los cierres de la mochila.
Me despide. Me voy lleno de flores. También de flores de verdad para el camino. Me regala un ramito del bosquecito de afuera envuelto en papel violeta. Es un gesto divino de un hombre hacia un hombre. ¡Que buen gusto! Yo hubiera caído en la banalidad de lo común.
Me abraza y sospecha que no van a llegar en estado hasta que vea a Chica de Oro, afirma que hubiera sido bueno que le de el ramito. “Entonces será la decoración de mi próxima habitación”, le respondo.
Camino con las flores en la mano bajo la lluvia. Yo voy feliz. Me salgo de la imagen y la veo de afuera. Pensaría que alguna cita salió mal. Flores en la mano, lluvia. Pero no, y a favor tengo que no me da vergüenza caminar con flores por la calle. Nunca lo había hecho. Es un debut absoluto para mi todo esto.
Imagino a mis amigos cuando les cuente que un hombre me regalo flores. Ellos tienen una forma de divertirse muy de hombres, es decir: alguien dice algo y atrás viene un grito de “ohhhh!”. Yo me prendo en esa también. Somos medio cavernícolas. Me gusta.
Me voy con la imagen de él y los perros despidiéndome. Me siento un vaquero querido.
No es que sea el engreído del oeste, pero se va a aburrir hoy. Esa viajera tiene demasiados problemas para estar de vacaciones e intuyo que será su oído hoy. Tal como lo fue para mí.